Tom Piccirilli debuta en los estantes de las librerías de nuestro país, y el título elegido para este debut es Clase nocturna, novela ganadora del premio Bram Stoker en el pasado 2003. Sin duda el aval de un premio prestigioso resulta muy favorecedor en estos tiempos que corren, sobre todo si el autor es desconocido por estos lares y se intenta introducir su nombre en el circuito de lecturas habituales del aficionado medio al género de terror. Sangre nueva con la que remozar nuestro listado de lecturas. La Factoría de Ideas sabe esto y adorna la atractiva cubierta del libro con grandes letras destacando este hecho. La novedad del autor y la realidad del premio, por tanto, deberían ser razones suficientes para que cualquier aficionado se acerque con esperanzas a la novela.
El tronco argumental (más bien ramita argumental) de la misma es el siguiente. Caleb Prentiss es un estudiante universitario de carácter huraño y disconforme que un mal día descubre que, durante su ausencia, una chica ha sido asesinada dentro de su dormitorio. Las pruebas y vestigios han sido cuidadosamente camuflados por alguien, y parece que nadie es capaz de informarle acerca de lo que ha ocurrido realmente. Una historia subterránea e inquietante se va desarrollando mientras Caleb transita entre colegas atacados de extraños cambios de humor, profesores un tanto desquiciados y una novia bastante huidiza. Además, como no podía ser de otra forma, Caleb intenta averiguar por su cuenta y riesgo quién era exactamente aquella chica asesinada brutalmente en su habitación, de la que nadie parece haber oído hablar.