En el principio fue lo gótico, y luego vino el resto. Antes de que J. R. R. Tolkien, George R. R. Martin, Isaac Asimov, Theodore Sturgeon, Stephen King y H. P. Lovercraft nos deleitasen con sus creaciones, fue el tiempo de Ann Radcliffe, Horace Walpole, Matthew G. Lewis, Charles R. Maturin, William Beckford y Mary Shelley. Y sin estos inmensos precursores ni la ciencia ficción, ni el terror, ni la fantasía existirían hoy en día tal como los conocemos.
La literatura gótica nació dentro de la marea romántica como una respuesta a la Ilustración del XVIII. Frente al gusto por lo racional y científico, por lo equilibrado y clásico, el género gótico es todo lo contrario, desmesurado, irregular, caótico y fantástico. Cuando la ciencia arroja del acervo popular las creencias en lo sobrenatural una serie de autores deciden introducirlas dentro del terreno de lo literario.