Tercera entrega y creo que me voy a tomar un respirito un tiempo, porque se me va a reblandecer el cerebro aún más de lo que lo tengo. Al menos, llegaré a algunas conclusiones. Y que conste que la cosecha esta vez no ha sido en absoluto mala.
Babylon A.D., Matthieu Kassovitz, 2006 (Netflix)
Me saltó el aviso de que retiraban esta película del catálogo de Netflix, así que decidí darle cinco minutos. Y sorpresita: esta película con un 7% de aprobación en Rotten Tomatoes está razonablemente bien. A ver, no quiero despertar ninguna expectación desmedida, pero es un producto correcto, con algunos aciertos puntuales, y no me extrañaría que llegara a ser un título a reivindicar próximamente, de la misma manera en que se han ido alzando voces a favor de Waterworld o John Carter, pongamos por caso.
La verdad es que había razones para pensar que aquí hubiera algo. Matthieu Kassovitz es un tipo bastante competente (La Haine es, sin duda, una obra maestra) y la novela tuvo familia en su momento. El error quizá estuvo en que se la juzgó como una obra derivativa de Hijos de los hombres, cuando en realidad tiene bastante más que ver con el mundo visual de Luc Besson y no llega a jugar en la liga del superclásico de Alfonso Cuarón. Desestimarla por no llegar a la altura de ese precedente liquidaría todas las pelis un poquito pretenciosas de ciencia ficción de los últimos años, desde Interestellar hasta Ad Astra, porque no llegan a ser 2001. Bueno, en realidad podemos liquidar Interestellar por muchas otras cosas.
Me interesa especialmente el futuro siniestro retratado en la película, que no es postapocalíptico sino simplemente cutre, sucio y peor que nuestra realidad (ahí, justo donde nos encaminamos), con un retrato de una república ex soviética bastante heavy para el arranque. Luego, pese al salpicado de buenas escenas de acción, el interés se va desvaneciendo un poco a golpe de veleidades místicas muy malamente justificadas, y también porque verle la jeta mucho rato seguido a Vin Diesel acaba con la paciencia de cualquiera.