Creo que la experiencia de vivir en otro país me ayudó a convertirme en escritora por varios motivos, entre ellos la sensación de dislocación cultural que sufría. En Japón dejé de ver la tele porque no entendía nada, costumbre que conservo hasta el día de hoy; salía, me sentaba en alguna cafetería y escribía. Podía desconectar de lo que decía la gente a mi alrededor porque era siempre en otro idioma. Esa sensación de aislamiento me acompañaba a todas partes en Japón; opino que cuanto más capaz sea uno de aislarse del mundo real, más intensamente vívidos serán los mundos imaginarios que cree.
Susan Barker, entrevista en 3ammagazine.com
Hay novelas que nacen con estrella y otras que nacen estrelladas. Algo así debió de pensar la británica Susan Barker (1978) cuando vio la trayectoria ascendente de su debut literario, Tsunami Bar, truncada por la epónima catástrofe natural que asoló las costas asiáticas en Navidad de 2004. A raíz de la tragedia sus editores decidieron echar el freno de mano, recuperar el manuscrito que había sido la comidilla de la Feria del Libro de Francfort meses antes, trasquilarlo para eliminar cualquier posible referencia «delicada» a las olas gigantes y poner Tsunami Bar finalmente a la venta transmutado en Sayonara Bar. A la vista del resultado final, supongo que la tijera no se llevó por delante nada crucial, o resultaría beneficiosa incluso, puesto que la ópera prima de Barker desprende frescura y vitalidad por todos sus poros, amén de un pulso estilístico impropio de una principiante en esto de juntar letras.