El primer Baldur’s Gate debe ser, fuera de los 8 bits, el videojuego que más veces he recorrido de principio a fin. La primera vez poniendo a prueba las capacidades de mi Pentium a 133Mhz cada vez que en un combate aparecían más de 5 enemigos en pantalla; una limitación que hacía injugable el enfrentamiento final con Sarevok y convirtió ese momento previo en mi final del juego. Sin embargo, ni siquiera en aquella ocasión me pegó tan fuerte como el Knights of the Old Republic (KotOR). La producción de Bioware para XBox aparecida cinco años más tarde basada en el universo de Star Wars. Recuerdo levantarme varios días entre semana a eso de las cinco y media de la mañana, dos horas antes de ir al trabajo, para continuar la partida que habría dejado a media noche. Recorría cada esquina de cada planeta buscando cualquier NPC, objeto, historia en tiempos en los que las secundarias eran más escasas y casi podían considerarse como misiones principales. Lo exprimí hasta asegurarme que nada quedaba atrás, atrapado por ese protagonista en busca de su identidad en un contexto que entendía las historias de Star Wars como pocas veces se había hecho en el universo expandido.
Alex Kane cuenta en Knights of the Old Republic los detalles detrás de su gestación, desde el inicio de la aventura conjunta de LucasArts y Bioware. Varios productores de la primera fueron en busca de la reina de los RPGs, en la cresta de la ola después del Baldur’s Gate, para que hicieran su magia en el universo de Star Wars. En este sentido, este libro es más bien un reportaje extenso, de unas 25000 palabras, basado en los testimonios reunidos entre los profesionales involucrados en su desarrollo.