Después del relativo éxito de sus dos anteriores novelas, Rojo alma, negro sombra y Mujer abrazada a un cuervo, premios Celsius 2009 y 2011 respectivamente, Ismael Martínez Biurrun da con El escondite de Grisha un paso más en una carrera que gana peso a cada nueva entrega. En ella explora una nueva fórmula narrativa sin sacrificar señas de identidad arraigadas como la solidez en la construcción de sus personajes, el cuidado en la elaboración del lenguaje o el sutil uso de los elementos genéricos para enriquecer la trama.
El escondite de Grisha está contada en primera persona por Olmo, un trabajador recién llegado a una biblioteca de Madrid donde conoce a Grisha. Un joven de poco más de diez años que mantiene un curioso ritual en sus visitas diarias. Olmo y Grisha inician una relación de amistad que les terminará conduciendo hasta Ucrania, el país de donde procede Grisha y en el que se encuentra un niño de su edad con el que mantiene una insólita conexión.