Trafalgar Medrano es un afable caradura que mercadea con alimentos, máquinas, tebeos… por la galaxia. Transporta de planeta en planeta cualquier producto con capacidad de producir un beneficio, generalmente por rutas transitadas. Sin embargo, la oportunidad de negocio se suele presentar en algún alejado planeta desconocido para Trafalgar donde las ganancias prometen multiplicarse. Y, claro, allí acude para encontrarse con una sociedad enigmática, unos habitantes misteriosos, unas ruinas intrigantes… un puzzle a desentrañar.
Esta base, tan sencilla, con tanto potencial para aburrir después de tres o cuatro iteraciones, es el sustrato de los ocho cuentos que Angélica Gorodischer dedicó a Trafalgar Medrano. Y potencialmente podría haber sido así. Más cuando la secuencia de historias carece de progresión y apenas existen conexiones argumentales, más allá de anecdóticas referencias cruzadas. Sin embargo, la inteligencia a la hora de enfocar el fondo y la forma de la autora de Kalpa Imperial se convierte en el gran valor de un libro fantástico.