No recuerdo el año olímpico (¿1992?) en que el segundo canal de Televisión Española programó un añejo documental que, en diversas entregas, relataba el auge de Paavo Nurmi, Abebe Bikila, Alberto Juantorena y otras glorias del atletismo. De todos ellos se me quedó grabado el nombre de Emil Zátopek, el único desportista capaz de ganar los cinco mil, los diez mil y la maratón en unas mismas olimpiadas. Un portento que dominó durante cerca de una década las carreras de fondo, acumulando récords como solo hacen los tiranos y que fascinó con su sencillez en los años más crudos de la guerra fría.
En este breve libro, Jean Echenoz hace un ejercicio de síntesis muy parecido a Relámpagos (posterior en el tiempo pero que he leído antes): en apenas centenar y medio de páginas desgrana los momentos clave de la biografía de Zátopek haciendo uso de unas elipsis brutales que prescinden de todo lo accesorio (años, nombres, referencias históricas explícitas…) para capturar la persona detrás del personaje. El enfoque es muy diferente ya que Zátopek carecía de la extravagante personalidad de Nikola Tesla; un héroe del proletariado hecho a sí mismo, vital, gris, convertido en icono de un sistema político que lo usaba a su capricho sin que él se rebelase.