Redshirts, de John Scalzi

RedshirtsReedita Minotauro la aclamada y multipremiada Redshirts, de John Scalzi, y voy yo y me digo que mira qué excusa tan ad hoc para leer una historia a la que ya me había acercado en otro formato, la versión en audiolibro narrada por Will Wheaton (intérprete, como todo el mundo sabe, de «una de las cosas más abofeteables» que Julián Díez ha visto jamás en una pantalla). Error. El audiolibro me pareció simpático sin más: entretenidillo aunque intrascendente, un poco largo y con demasiado ruido para tan pocas nueces, pero nada grave. En su formato de papel, sin embargo, Redshirts me ha sentado mucho peor, ya no sé si porque el buen hacer de Wheaton compensaba las limitaciones literarias de Scalzi, porque el audiolibro me permitía hacer otras tareas a la vez que seguía la trama (ergo menos sensación de estar perdiendo el tiempo en una historia con regusto al chiste de la fiesta del corcho) o porque, simplemente, Redshirts no es, por su propia naturaleza (una novela ligera que se sostiene sobre una única ocurrencia ingeniosa) el tipo de texto al que le sientan bien las relecturas.

El título hace referencia a los «camisas rojas» de Star Trek, el término con el que los conocedores de la franquicia se refieren a los extras que intervienen en ciertos episodios y cuyo función es, básicamente, morir en las misiones de desembarco. Estos tripulantes, que en la serie suelen carecer de trasfondo y relevancia, son los protagonistas de la historia de Scalzi… que además los hace conscientes de su macabro destino y del papel que realmente juegan en la nave.

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Los premios irrelevantes de un género obsoleto

Hugo AwardDoy por supuesto que quienes me lean conocen ya la polémica en torno a las candidaturas a los premios Hugo de este año, los considerados tradicionalmente como más relevantes en el campo de la literatura de ciencia ficción. Para no repetirme, remito a quienes aún no estén al corriente a las explicaciones brindadas de forma bastante completa en:

Bien, lo que me sorprende una vez más es que la mayor parte de los análisis que he leído sobre lo ocurrido se queden en lo superficial. Por descontado, resulta bastante molesto, y dañino, que unos premios con cierta trayectoria y prestigio caigan en manos de grupos organizados, sean una banda de simpatizantes de la Asociación del Rifle (los Rabid Puppies) o un grupo de añorantes de lo tiempos en que la cf era tan, tan chachi y supermaravillosa (los Sad Puppies). Sin embargo, creo que la equivocación están en considerar lo sucedido como enfermedad y no como síntoma. Porque los Hugo vienen pochos de tiempo atrás. Hace mucho que no son los galardones que una vez premiaron de forma consecutiva a Los propios dioses de Asimov, Cita con Rama de Clarke y Los desposeídos de Le Guin. Esto no es más que la constatación del desastre.

Recapitulemos.

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