Light Chaser (Surcaluz), de Gareth L. Powell y Peter F. Hamilton

Light ChaserEl primer capítulo de Light Chaser (Surcaluz) apela a lo que me atrae en la space opera contemporánea. En una decena de páginas se asiste a una serie de tensas maniobras en las que los dos tripulantes de una nave se abocan a su propia muerte. Para describir el proceso, Gareth L. Powell y Peter F. Hamilton utilizan un lenguaje plagado de neologismos cuyo significado se intuye por el contexto, unas situaciones impensables con la tecnología actual. Apelan al hambre de sentido de maravilla y estimulan la curiosidad por descubrir los motivos detrás de esta acometida suicida. Una vez concluido el preámbulo, se toman las 130 páginas restantes para exponer el por qué de ese curso de acción, y coquetean con un tratamiento de la aventura espacial más apegada a la estética de la fantasía medieval. Por hacer un símil con las novelas de La Cultura, se alejan de Pensad en Flebas para sobrevolar Inversiones.

La protagonista es Amhale. Esta surcaluz se desplaza por los mundos que conforman el Dominio recogiendo unos collares que ha entregado a una serie de personas (nobles, artistas, mercaderes, campensinos…) un milenio antes. A modo de cronista, los dispositivos graban la vida de sus poseedores y almacenan unas experiencias que Amhale transporta de vuelta a su planeta de origen; el único lugar del Dominio con la capacidad para viajar en unas naves a velocidades relativistas. Así, se desplaza de sistema en sistema en un trayecto de siglos sacando partido de la dilatación temporal y las modificaciones a las que se ha sometido. En estos trayectos Amhale se imbuye en las vivencias recopiladas en los collares. Un día se encuentra con una mensaje directo a lo La Rosa Púrpura de El Cairo; como si durante la proyección de Casablanca uno de los figurantes se girara hacia nosotros y nos hablara. Es la puerta de entrada a la gran intriga detrás de su trabajo y, prácticamente, la arquitectura social del Dominio.

Sigue leyendo

Pandora’s Star y Judas Unchained, de Peter F. Hamilton

La estrella de PandoraLa estrella de Pandora es un tochazo. Cerca de 800 páginas en la edición que lanzó en España, allá por 2008, La Factoría de Ideas (con un cuerpo de letra no muy recomendable para miopes, según tengo entendido, aunque la versión que yo he leído, y que comento aquí, es la original en inglés, publicada por Random House en 2004). Pero supone apenas la mitad de un megatocho más grande todavía, porque su historia continúa en Judas desencadenado y la “Saga de la Commonwealth”, integrada por ambos libros, no es en realidad una saga, sino más bien una única novela publicada en dos volúmenes. La estrella de Pandora no tiene un desenlace como tal —la trama se interrumpe de forma abrupta— y finalizarla no te deja esa satisfactoria sensación de “continuará, pero el primer capítulo está zanjado” que te puede asaltar al terminar los primeros volúmenes de otras series como, qué sé yo, Dune, Los Heeches o Hyperion. Así que adentrarse en esta novela no de 800 páginas, sino más bien de 2.000, requiere que el lector, de entrada, esté dispuesto a invertir en su lectura una cantidad de tiempo mucho mayor que la que suele demandar cualquier otro libro. Y quizá este sea el motivo por el que hoy, apenas quince años después de su publicación, ambos títulos sean tan escasamente mencionados en los mentideros del fandom, a pesar de que esta obra del británico Peter F. Hamilton es monumental, ambiciosa y está sobrada de todo lo que se le presupone a una buena space opera: sentido de la maravilla, aventuras espaciales y una trama muy adictiva. Puro divertimento aderezado, además, con algunas reflexiones muy interesantes —la novela es más profunda, creo, de lo que aparenta— sobre la condición humana.

Sigue leyendo

La caída del dragón, de Peter F. Hamilton

La caída del dragón

La caída del dragón

La caída del dragón es un libro que me ha producido emociones encontradas.

Peter F. Hamilton, autor hasta ahora inédito en España, narra en él la historia de Lawrence Newton, miembro de una corporación interestelar que se dedica a colonizar nuevos mundos y los saquea de vez en cuando en busca de beneficios que justifiquen su inversión, en actos que podríamos considerar de piratería o un retorno al colonialismo imperialista del siglo diecinueve. Con tal de cumplir esta misión, Lawrence y los otros incursores disponen de una tecnología muy superior a la del planeta en cuestión, que les da la supremacía militar y el control de la situación. No obstante, aunque su misión como miembro de la compañía es ésa, Lawrence tiene una misión personal: encontrar un artefacto de origen alienígena cuya existencia sospecha desde hace años y cumplir, gracias a ello, su viejo sueño de convertirse en piloto espacial.

Decía que el libro me producía emociones encontradas porque Hamilton combina dos tramas paralelas. Por un lado están las aventuras de Lawrence en el planeta, en un ambiente bélico, desarrolladas de forma épica y con unas magnificas escenas de acción. Poco a poco se van dando las claves de que el modelo de control colonial se está quedando caduco al producirse un enfrentamiento cada vez más violento entre las fuerzas de ocupación y un foco de resistencia autóctono. Y por otro lado tenemos los recuerdos de Lawrence, su pasado, del que se nos van dando pinceladas de información, con una precisión prácticamente costumbrista. De esta forma se accede a la historia del protagonista, a la forja de su personalidad, sus sueños, deseos y miedos. Somos testigos de sus emociones o sus decepciones y se obtienen las piezas que encajan presente, pasado y futuro.

Sigue leyendo