Españopoly, de Eva Belmonte

EspañopolyEn esta España post 15M los escándalos de corrupción se suceden a un ritmo tal que el descubierto hace dos semanas parece del siglo pasado. Ante este panorama, asuntos como ver a Esperanza Aguirre cobrando más de 300000 € al año por fichar talentos para una empresa privada se antoja una nimiedad. Después te pones a pensar sobre ello, lo que cobraba por cada columna que entregaba al ABC… y la sangre alcanza el punto de fusión. En un contexto de devaluación salarial la tipa al frente del partido político en la tercera comunidad con más casos de corrupción en la última legislatura, en su mayoría del suyo, cobre tal cantidad de, es necesario repetirlo, una empresa privada… O, al menos, tan privada como suelen serlo en España, con una parte nada desdeñable de ellas beneficiándose del dinero procedente de los innumerables contratos firmados con las administraciones a través de procedimientos bien ajenos al escrutinio del público, bien estrellas durante un par días en unos medios de comunicación obligados a desplazar el foco de atención de escándalo a escándalo. Cualquier visión de conjunto se desvanece en la guerra de guerrillas del día a día, de ahí lo necesario de visiones de conjunto como la aportada por Españopoly.

Tanto su título como su diseño remiten a ese juego clásico en el cual se nos educa en las reglas del capitalismo: pagar a la banca religiosamente para continuar la partida, hipotecarte para mantener la ilusión de un futuro autónomo, sangrar a los otros jugadores mientras se evita ser sangrado… Todo tan inocente o intencionado como se desee. Sin embargo, si se observa la vistosa cubierta que lo acompaña, se han cambiado las casillas habituales por otras adaptadas a los ocho capítulos en los cuales se divide. Ocho apartados en los cuales Eva Belmonte ofrece las claves de un juego en el cual los simples mortales participamos, consciente o inconscientemente; como meros observadores.

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