La saga de los Marx, de Juan Goytisolo

La saga de los MarxMi llegada a La saga de los Marx tuvo dos causas: por una parte, la concesión del Premio Miguel de Cervantes a su autor, Juan Goytisolo; por otra, la recomendación de Juan Francisco Ferré en un seminario al que asistí. Según Ferré, este es uno de los grandes libros del autor, novela clave en el salto a la modernidad de la literatura española.

Esta extraña obra muestra una sociedad en la que Marx y otros ideólogos y filósofos siguen vivos, testigos de la caída de la Unión Soviética y toda revolución comunista ante el auge del capitalismo. Sin ser parte activa de los sucesos actuales, son conocidos por los ciudadanos y sufren los reproches y las burlas de la sociedad y los medios de comunicación. Marx, Bakunin, Hess, Anselmo Lorenzo, Wilhelm Wolff, Sartre u Orwell tienen voz o un cameo por el libro.

La temporalidad y el ángulo narrativo varían a lo largo de su extensión; lo metaliterario se confabula con la ficción y la parodia para mostrar una perspectiva desengañada y con toques absurdos. Junto a esta realidad también se intercala la narración del mismo Goytisolo mientras trata de escribir la obra y busca el modo de vendérsela a unos editores incapaces de ver el porqué del empeño del autor o el modo de publicarla. Los saltos temporales e hilos narrativos se mezclan y llega el momento en el que son los mismos personajes quienes a veces visitan en persona al autor. A todo esto también se debe sumar la maquetación distinta, sin respetar la tabulación a principio de cada párrafo, con un uso caprichoso de las mayúsculas, y capítulos que son collages de noticias y reflexiones.

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El cura y los mandarines, de Gregorio Morán

El cura y los mandarinesEl cura y los mandarines debería haber aparecido en Crítica, la editorial del grupo Planeta especializada en ensayo. Sin embargo en Octubre de 2014 saltó la noticia que no lo haría debido a la negativa de Gregorio Morán a modificar algunos de los aspectos más polémicos de su redacción. Censura por un supuesto miedo a querellas por aseverar hechos difícilmente demostrables. Tras la pequeña polémica el texto terminó publicado por Akal un par de meses más tarde tal y como lo había entregado Morán. Si no me equivoco, la única consecuencia fue un empuje promocional que ha impulsado las ventas y la visibilidad del libro.

Después de haberlo leído, me llama la atención la torpeza del editor de Planeta. Perfectamente podría haber acudido a uno de los boquetes más evidentes de El cura y los mandarines, del tamaño del iceberg que hundió el Titanic: estamos ante un libro necesitado de una reescritura, de principio a fin. Una labor que trasciende el trabajo de un simple corrector para limar pequeños defectos. Desde el propio título y la estructura que le ha dado Gregorio Morán, toda la redacción resulta tan inestable como las construcciones de Jenga levantadas por un niño de 3 años. Y esta no es precisamente pequeña.

Morán, uno de los periodistas más ácidos de los últimos 40 años, autor de la biografía más crítica sobre la figura de Adolfo Suárez, aborda en El cura y los mandarines un repaso al mundo de la cultura española y sus sinergias con el de la política desde 1962 hasta 1996; una pseudo continuación de su libro sobre Ortega y Gasset, El maestro en el erial. Cultura entendida como palabra escrita; en sus páginas apenas aparecen cineastas, pintores, escultores… Como la tarea es titánica y además podría ser un tanto confusa sin un hilo conductor, Morán lo impone a través de Jesús Aguirre: el sacerdote que durante muchos años llevó el timón de la editorial Taurus y que, una vez abandonados los hábitos, terminó siendo duque de Alba. Aunque, para ser preciso, debería haber escrito supuesto hilo conductor. Pronto se descubre que su figura apenas se manifiesta durante cientos de páginas; el cura Aguirre es una excusa demasiado evidente para contar cómo funcionaba la intelligentsia en tiempos del franquismo y cómo evolucionó durante la transición para acabar dando forma a la realidad que ahora conocemos. El ajuste de cuentas de Morán con la historia oficial tal y como se ha intentado contar y recordar en los medios de comunicación: dulcificada, amancebada. Ideal.

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