Hay libros que, cortos para lectores con un bagaje, no me importaría nada que se hicieran un hueco entre tanto bestseller estúpido. Esas narraciones sin el más mínimo sentido sustentadas sobre cimientos de goma eva que, por encadenar varios misterios en sus primeras páginas o poner de protagonista a un dios de la noche del trivial, concilian una atención que ni de lejos llegan a consumar en unos desarrollos y desenlaces inconsistentes si hay suerte, incoherentes un 90% de las veces. En La hipótesis Saint-Germain Manuel Moyano se viste el mono de escribir una de estas novelas fórmula y relata lo que durante muchas páginas se asemeja a un thriller pseudo-esotérico-sobrenatural, de esos que invitan a establecer un cordón sanitario en su perímetro.
Así, el editor de una revista prima hermana de Más allá o Año cero, Daniel Bagao, cuenta en primera persona cómo se ve empujado a una loca investigación en pos de un millonario que podría llevar vivo varios siglos. El susodicho habría estado involucrado en algunos de los avances científicos y tecnológicos más relevantes de nuestra historia reciente: la carrera espacial, la teoría de la relatividad… Mientras desgrana sus pesquisas, empujado por un seguidor de su revista con ínfulas que le lleva a quebrantar sus más arraigadas convicciones, su personalidad cobra relieve. Detrás de una fachada de respetabilidad se vislumbra a un cínico consciente de su condición; un tipo machista, ligeramente clasista y bastante ambicioso únicamente preocupado por las consecuencias de sus actos cuando es su acomodada existencia la que puede verse afectada.