Es de alabar cómo Valdemar ha sido capaz de reinventar El Club Diógenes para dar cobijo a una serie de escritores españoles que, a través de sus colecciones de relatos y novelas, cultivan diversas formas de terror y fantasía oscura. Más después del fracaso de Insomnia, sello donde algunos de ellos supongo habrían encontrado cabida. Curiosamente el primero que leo no es de uno de los autores que habría terminado en ella sino de Pilar Pedraza, seguramente el autor español más publicado por Valdemar. Junto a José María Latorre, hace años encontró en esta colección de bolsillo el espacio para reeditar su obra y dar salida a su nueva ficción.
El amante germano se centra en la pasión de Valeria, hija adolescente de un rico senador romano y viuda antes de contraer matrimonio con un germano de la guardia del Emperador. Su prometido, Druso Minor, se sacrificó defendiendo a éste en un complot y ahora se encuentra en los Campos Eliseos sin recordar a Valeria. Lo que para su futura esposa fue bastante más cortesía de Eros, culpable de haber reforzado su vínculo con una de sus flechas, para él era un matrimonio de conveniencia. La insistencia de la joven ante diferentes altares y deidades lleva a los responsables del Hades a dejarlo retornar por una noche, permitirle consumar su relación y liberar a Valeria de su melancolía. Sin embargo, como era de esperar, el efecto es justo el contrario y su obsesión se fortalece. Valeria acude a una bruja, Próxima Nigra, que ya ha burlado una condena a muerte por sus prácticas. Con la colaboración de un artesano, fabrica una réplica inerte de Druso a la que insufla vida gracias al alma de un cadáver recién abandonado. Eros vuelve a intervenir y arroja una flecha sobre la bruja que se enamora de su criatura. Enferma de celos, Próxima intenta poner en conocimiento del padre de Valeria el secreto que su hija guarda en su alcoba y para su desgracia termina encerrada junto a la perrera.