Stalker. Pícnic extraterrestre, de Arkadi y Borís Strugatski

StalkerVolver a traducir un clásico, además de una oportunidad para redescubrirlo bajo una nueva interpretación, puede parecer un acto revolucionario. Dos de las editoriales más importantes dedicadas a la ciencia ficción (Minotauro y los restos de la antigua Ediciones B, fagocitada por el emporio RH), salvo en contadísimas excepciones, viven entregadas al acto de la reimpresión sin discriminar traducciones de hace una o seis décadas. Por eso conviene valorar los sellos que sí están recuperando esas obras en el sentido más amplio del término.

A diferencia de la primera edición de Solaris directa del polaco, que en el momento de escribir estas palabras acumula 7 reimpresiones, apenas se ha hecho hincapié en esta versión de Stalker. Y el peso de la obra Arkadi y Boris Strugatski, con esa traducción de Raquel Marqués de 2015 directamente del ruso, me parece equivalente; dentro de la ciencia ficción y la cultura popular, pero también como ejemplo de praxis editorial deseable. Basta comparar un par de páginas con la versión de de 2001 de Miquel Barceló para darse cuenta de las diferencias estilísticas e imprecisiones ocasionadas por esa chapuza que es una traducción de una traducción. Además, los hermanos Strugatski exhibieron otras dotes de su talento para la escritura más allá del corpus de ideas sobre las cuales levantan su novela.

Sigue leyendo

Historias del bucle, de Simon Stålenhag

Historias del bucleSi alguien presta atención a las imágenes aleatorias que encabezan C, se habrá dado cuenta que apenas hay un par de artistas repitiendo. Uno de ellos es Simon Stålenhag, ilustrador que saltara a la fama hace una década con Historias del bucle; la concreción de una idea alrededor de un hipotético acelerador construido durante la guerra fría bajo un fiordo al oeste de Estocolmo. La instalación, de dimensiones ciclópeas, alteró de manera decisiva el paisaje rural; aunque continúa siendo reconocible, entre sus granjas, bosques y caminos de tierra germinaron una serie de estructuras que moldearon a los que allí se criaron. Incluyendo al autor de este libro que pinta sus paisajes más reconocibles mientras relata historias alrededor de la estructura, abandonada después de tres décadas de funcionamiento.

Para los fascinados por La Zona tal y como nos la imagináramos mientras leíamos Pícnic junto al camino o la rodara Tarkovski en Stalker, es inevitable sucumbir ante este escenario; una mezcla entre cotidianidad y tecnología avant la lettre, a veces desde una óptica maravillosa donde lo excepcional fuera ordinario, y otras desde una perspectiva decadente. Máquinas de levitación magnética, torres de refrigeración rompiendo la línea del horizonte y robots alterando la vida de los suburbios se entremezclan con dinosaurios que han penetrado en nuestro presente, androides abandonados en vertederos y esferas metálicas que se oxidan bajo los pasos elevados de una autopista.

Sigue leyendo