Neimhaim, de Aranzazu Serrano Lorenzo

NeimhaimCon la llegada del ya pasado periodo estival, la editorial Fantascy puso en circulación una nueva obra de fantasía épica bajo el nombre de Neimhaim. Una novela de marcado carácter épico que, a diferencia de lo habitual, incluye abrumadores paisajes blancos llenos de hielo y nieve, así como bosques con una fuerte carga mística y mucha más presencia e integración de dioses en la historia. Aun con ello, Neimhaim incluye muchos de los elementos básicos en un libro de esta clase: castillos, reyes, hijos herederos de un gran poder y diferentes seres fantásticos de la máxima importancia.

Las tierras que dan nombre al libro se encuentran pobladas principalmente por dos razas: los Kranyal y los Djendel. Tras una incursión enemiga que implica a ambos pueblos, deciden unir sus caminos y crear la Alianza, de manera que puedan tener un futuro más fuerte y próspero. Para ello Gursti, Rey del Clan Kranyal, y Adroon, Primero de los Djendel, deciden que el mañana de ambos pueblos debe ser guiado por sus descendientes. Tras la ingesta de un brebaje para mejorar su fertilidad, cada una de sus mujeres quedarán encintas de los futuros reyes de Neimhaim. Ambos, que cuentan con un aspecto físico más parecido al de dos hermanos, deben lograr encontrar el amor entre sí en pos del bien común.

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Sólo el acero, de Richard Morgan

Debería haber publicado este comentario cuando leí Sólo el acero, hace más de un año. Sin embargo dejé el borrador inconcluso, me dediqué en cuerpo y alma a sobrevivir en tierra extraña y se quedó en el limbo del wordpress… hasta hace unos días, en que me acordé de él después de leer este exabrupto en su ficha en la tienda Cyberdark.net

La ventosidad no merecería mayor atención si no fuera porque toca de pleno la homofobia soterrada de un género, la fantasía heroica, siempre dispuesto a esquivar las cuestiones de género. Más interesado por mantener estereotipos y no soliviantar a grupúsculos que viven en los tiempos de las páginas verdes de Nueva Dimensión que por hacer honor a una tradición… la cual sí se ha forzado en otros asuntos. Recordando el brillante episodio del musical gay de IT Crowd, aquí vivimos muy felices con nuestra sexualidad hasta que llega alguien y nos golpea en toda la cara con otra.

No tengo claro si esta es la manera más adecuada de comenzar la reseña: estigmatiza la lectura de una obra ya de por sí estigmatizada. Pero sin la condición homosexual de su protagonista, Ringil Eskiath, no se puede entender ni su amargor, ni su ira, ni la propia novela que narrativiza sus desventuras.

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La espada rota, de Poul Anderson

La espada rota

La espada rota

Suele esgrimirse como dato de interés al escribir sobre La espada rota –y no del todo inocentemente, quizás– su aparición original el mismo año que La comunidad del Anillo, de J. R. R. Tolkien. Sabida o intuida la relación temática que pudiera haber entre las dos, al ser del mismo palo, se establecen inevitablemente las comparaciones. En un lejano 1954 ambas obras, que tienen no pocos puntos en común, aunque han seguido diferentes derroteros del éxito, vieron la luz. Pero dejemos eso para más adelante…

La espada rota narra la historia de Skafloc, un humano raptado en su lecho infantil por Imric, Conde de los Elfos, y sustituido por una criatura feérica que, con el tiempo, traerá la desgracia a la existencia del progenitor humano, Orm el Fuerte, y los suyos. Es la doble historia, por tanto, de Skafloc, campeón de Alfheim, y su sombra bersekr, Valgard. También es el resumen del choque entre el mundo «real» –si así puede definirse– y la dimensión feérica que corre paralela a ese mundo. Y, en una más atenta lectura, incluso el del enfrentamiento entre las mitologías nórdica y céltica con el cristianismo. No es la historia, en todo caso, de esa espada rota del título, Tyrfing, que como buen acero maldito/encantado sólo hace acto de presencia para imponer su sangrienta voluntad.

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