La historia de Dinamic, de Jesús Martínez del Vas

La historia de DinamicEmpiezo a parecer un disco rallado cuando escribo sobre los libros que recogen la historia de la creación de software en España. La dedicación y el cariño que llevan detrás chocan con la falta de un editor profesional que dirija la redacción y/o corrija el borrador para lograr el mejor resultado posible. En el caso de La historia de Dinamic esta carencia se ve además contrastada por el trabajo de edición del libro en papel: tapa dura, papel de buen gramaje, abundante material gráfico y una maquetación deslumbrante. Por ejemplo, se han utilizado elementos gráficos característicos de cada juego para enmarcar las partes del texto que se centran en ellos. Este desequilibrio de la labor de edición enfatiza la importancia actual del producto y su valor añadido estético por encima de un contenido, con un acabado al que se niega la posibilidad de estar a la altura del continente.

La estructura ideada por Jesús Martínez del Vas tiene, en principio, todo el sentido. Después de las introducciones, las primeras 50 páginas repasan la historia de Dinamic sin (a priori) entrar en muchos detalles de los juegos para, en las 250 posteriores, dedicar un espacio (entre 2 y 6 páginas) a cada uno de los títulos que aparecieron bajo esta marca desde 1984 hasta 1992. Esto permite primero crear el lienzo y abocetar la base, la evolución de unos estudiantes de instituto hasta convertirse en una empresa de referencia en la programación de los 8 bits en España, para después focalizarse en los detalles sobre sus numerosas producciones, propias o ajenas. Sin embargo, esta decisión empieza a trastabillar con ciertas elecciones a la hora de elegir qué contar. En los primeros capítulos se abunda en un tono narrativo (la evocación del ambiente de la casa de la familia Ruiz y sus amigos; su creación de juegos electrónicos caseros…), que se alejan del carácter enunciativo que debiera haber asentado la base para lo que viene después. No es ya que la redacción se centre en una línea que va a desaparecer cuando empiecen a llegar los juegos o sea ramplona; entra en detalles que no asientan otros mucho más necesarios para entender el contexto posterior.

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El Ministerio del Tiempo, ideología y mecanismos de la ciencia ficción

El Ministerio del Tiempo

En estos tiempos que corren, se da por descontado que no estar a favor es estar en contra. Y, por añadidura, muy en contra. Las discusiones en internet se inclinan de inmediato a los extremismos. A la hora de poner mis peros (numerosos) a El Ministerio del Tiempo, me encuentro en la tesitura de que, ante la ola de entusiasmo, se me coloque en el bando de los haters. Y no, no es cierto. Entiendo en parte las razones de la rápida popularidad de esta serie, pero me resulta pasmoso el entusiasmo que está generando. Y en particular, me desconcierta que guste en el sector de los aficionados con cierto bagaje en la cf, cuando se trata de un producto con serias carencias respecto a otras obras del género que seguramente conocen, y con los que por tanto lo pueden comparar.

Para que no quede ninguna duda sobre mi posición al respecto, empezaré con las razones obvias por las que entiendo que El Ministerio del Tiempo no es un mal trabajo.

+ La producción en general está por encima de la media de las series españolas. La ambientación es obviamente cuidada, las interpretaciones bastante razonables por lo general… No, no es la HBO, pero se trata de un producto técnicamente correcto.

+ Siempre he defendido la idea de que la cf española debería utilizar materiales locales (historia, leyendas…) como medio para atraer a un público mayor. El Ministerio del Tiempo lleva a cabo esa labor de manera adecuada. No es algo hecho desde fuera, sino con cariño y conocimiento, y eso está pesando mucho en su favor. De manera lógica.

+ El sentido del humor y las referencias. Poner en una serie de viajes en el tiempo a los heavies de la Gran Vía, por citar un ejemplo, es brillante. Sí, puede que no sean más que chistes para consumo doméstico; pero la simpatía se cultiva con esos mecanismos.

Bien, son aspectos con algún peso. Mi sorpresa es cuando se obvian en cambio problemas bastante evidentes.

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