El supremacismo anglosajón de H. P. Lovecraft es un tema ampliamente tratado. Lo que difícilmente podía pensar es que esta postura, más allá del terreno de la no ficción, sirviera de abono para una novela como Territorio Lovecraft, escrita hace tres años y recién publicada en España por Destino, con traducción de Javier Calvo. Matt Ruff se nutre de esa xenofobia, compartida por parte de la población blanca de EE.UU., y del pulp clásico de Weird Tales, para alimentar la maquinaria de un conjunto de historias entrelazadas que comparten personajes y acontecen en unos años 50 del siglo pasado cuando la mentalidad segregacionista estaba grabada a fuego en el ADN del país.
Además de la primera historia, “Territorio Lovecraft” es el epítome de las otras siete incluidas en el libro. Su protagonista, Atticus Turner, regresa a Chicago para encontrar que su padre se ha desplazado hasta un misterioso condado de Nueva Inglaterra particularmente hostil para los afroamericanos, empujado por descubrir el posible origen de la familia de su difunta esposa. Acompañado de su tío George y su amiga Letitia, inicia un viaje hacia el poblado de Ardham para caer en las redes de una logia de hombres blancos regentada por los Braithwhite, Samuel, el padre, y Caleb, su hijo, descendientes del hombre que a finales del siglo XVIII orquestó un macabro ritual durante el cual murieron todos los celebrantes. Este misterio, la salsa del pulp entre el horror y el weird, durante muchas páginas parece una cuestión menor si se lo compara con las muestras de racismo explícito e implícito a lo largo y ancho de la geografía de Territorio Lovecraft. Sigue leyendo