El libro de todos los libros, de Ricardo Montesinos

El libro de todos los librosEl progreso tecnológico y la desaparición de las últimas fronteras impulsaron a parte de las novelas aventuras con una base histórica hacia los pagos del fantástico. La conquista del Himalaya y las expediciones polares puestas en peligro por criaturas imposibles (El terror, The Abominable); las peripecias por paisaje extraño en la Edad Media o al principio de la Edad Moderna de Juan Miguel Aguilera en clave de ciencia ficción (La locura de Dios, Rihla); la fantasía concebida como motor de grandes y pequeños acontecimientos por Tim Powers… Los ejemplos son numerosos. La mayoría basa su gancho en la escala, ya sea en la extensión del relato, el tamaño del drama, la magnitud de los sucesos con una base no realista. Cuesta más encontrar acercamientos limitados, intimistas, aproximaciones desde dimensiones más contenidas. Sin embargo, en El libro de todos los libros Ricardo Montesinos cuadra el círculo de conectar ambos extremos. Un libro que recuenta El libro de las maravillas, de Marco Polo, desde la frontera de la fantasía y una serie de artefactos metaliterarios que afianzan su sentido a la vez que resignifican una historia con ochocientos años a sus espaldas.

Montesinos yuxtapone una docena de cuentos/capítulos que relatan el viaje de Marco Polo desde su Venecia natal hasta su entrada al servicio de Kublai Kan. Cada uno se centra en un momento de ese viaje (cómo conoce a su padre después de su regreso de un primer viaje hasta oriente; su llegada a Acre para verse envuelto en uno de los habituales conflictos entre venecianos y genoveses; su supervivencia a un alud de nieve…). La gracia de esta sucesión de estampas se aviva gracias a la persona que las cuenta y enhebra: Shen Su, Guardián de la Sabiduría de la Gran Biblioteca de Quinsai, la actual Tianjin. La última ciudad del reino Song del sur que resiste los esfuerzos de Kublai Kan por conquistarla. En el primer capítulo se zambulle en la juventud de Marco Polo a partir de lo que lee en El libro de las maravillas, a su disposición en la Gran Biblioteca. Algo a priori imposible; en el momento de producirse ese asedio Marco Polo todavía no lo había escrito.

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Solo ante Wallapop: 7 joyas del fantástico por 30 euros (6)

Día del libro en Wallapop

Me da un poco de vergüenza por lo que implica, pero soy de esos lectores que casi nunca compra un libro nuevo, al menos cuando se trata de nutrir mi propia biblioteca. Si lo hago, generalmente, es bien por el deseo expreso de apoyar a un determinado creador o proyecto, o bien porque se trata de un título que llevo esperando mucho tiempo. En cualquier caso, el beneficio no es solo, ni principalmente, económico: los años de cacería me han permitido conocer gente y rincones que, de otra forma, jamás habría descubierto.

Estoy seguro de que si Nacho Illarregui me preguntó si quería escribir este artículo es porque sabía que me iba como anillo al dedo. De modo que, sin más rodeos, allá va mi selección: lecturas (casi todas) de los últimos años que he visto en Wallapop tiradas de precio. Los anuncios están colgados en el momento de la elaboración de este listado. No obstante, el autor se reserva el derecho de lanzarse a por alguno de los chollos con los que se tope, pidiendo disculpas de antemano en caso de que esto sucediera.

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El zoo de papel y otros relatos, de Ken Liu

En el relato “Lo hermoso y lo sublime” de Bruce Sterling, el escritor tejano plantea un futuro en el que los robots y las inteligencias artificiales se han hecho cargo del progreso científico, de las ciencias duras, la ingeniería, la mecánica y la investigación. Como consecuencia se produce una profunda transformación de la civilización; de la carrera tecnológica y la competitiva lucha por el control de los recursos se pasa a una pacífica utopía humanista basada en la abundancia. La “inteligencia” analítica y racional se encuentra a disponibilidad de cualquiera, por lo que ya no vale nada y los valores que rigen este mundo futuro son la la pasión, la emoción, la intuición, el amor romántico, el decoro, lo emotivo, el yo, la sensibilidad y el melodrama, donde el éxtasis estético de lo bello y lo sublime es a lo máximo que puede aspirar la humanidad.

No se trata de un relato excepcional, pero sí resulta muy interesante, ya que aquí es donde se aprecia con más claridad un recurso que Sterling ha empleado muchas veces en sus obras; nos presenta esta sociedad utópica vista a través de los ojos de sus propios miembros, lo que produce un curioso efecto en el lector, que se encuentra peleando con unos personajes que se comportan como auténticos cretinos (el efecto Laura Webster). Por supuesto, no lo son, simplemente no los podemos entender. Este recurso condiciona el relato tanto en lo formal como en lo argumental, el cuento toma forma de comedia romántica de enredo escrita en un estilo afectado, en la que se narra la historia de De Koonig, un artista de éxito que ha de recuperar a Leonia, el amor de su vida, prometida por su padre a un ingeniero fabricante de ultraligeros, el técnico Somp. Finalmente, la sensibilidad y el amor verdadero triunfan sobre la mecánica y la grasa. Al finalizar el relato, asistimos a la escena de despedida entre el triunfante De Koonig y un abatido Somp, un socialmente torpe morlock representante de la vieja cultura ya obsoleta, que se ha quedado compuesto, sin novia y sin ultraligero. —Maldita sea —le espeta un amargado Somp a De Koonig—, nosotros fabricamos cosas, intentamos entender el mundo, no nos dedicamos a recitar de memoria versos de Catulo en latín para ligar en la oficina. Moñas, que eres un moñas. (Traducción muy creativa de mi cosecha).

Pues bien, El zoo de papel podría ser perfectamente una obra escrita por De Koonig, apologética de los valores de este mundo creado por Sterling, y yo sería Somp, el amargado técnico sin futuro.

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In the Penny Arcade, de Steven Millhauser

In The Penny Arcade

Allá por el 2004, la editorial argentina Interzona publicó varias obras de autores anglosajones de género fantástico en su línea C (no tenemos nada que ver) que sólo el amor puro e incondicional pudo inspirar. A saber; Paz de Gene Wolfe, Preparativos de viaje de M. John Harrison, El Azogue de China Miéville y así, de refilón, August Eschenburg de Steven Millhauser. Yo me los pillé todos excepto el de Miéville, con gran visión de futuro; la línea cerró enseguida y creo que la mayoría están descatalogados.

El caso es que por aquella época tenía en mente colocar aquí una reseña del Millhauser, porque era un tipo (para mí) desconocido y porque la novelita me sorprendió y gustó una barbaridad. Pero el tiempo pasa y pasa y uno está a otras cosas, se van los años a lo tonto y en fin, que de vuelta a esto del reseñeo a voleo y sin rigor, me acordé de August E. y la crítica que “debía”.

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