Dog Soldiers, de Robert Stone

Dog Soldiers

Dog Soldiers

No soy muy aficionado al género negro, no sé muy bien porqué. Debe ser por culpa de esa media docena de cromosomas que me sobran, que tampoco me permiten disfrutar de un western clásico a la hora de la siesta, como es obligado en un padre cuarentón o contemplar un buen melodramón de llorar sin torcer el morro. Así que llegué a Dog Soldiers a través de William Gibson. Creo recordar que en el foro de su página web alguien le preguntaba, o se quejaba, de que en sus obras más recientes (de Mundo espejo en adelante) los personajes eran hermanitas de la caridad y del buen rollo a diferencia de lo que ocurría en la trilogía del Sprawl, por ejemplo. Yo, personalmente creo que el sufrido fan no se atrevía a reprocharle al ídolo que le veía acomodado, perdido en estructuras argumentales que se repetían de un libro a otro, rematadas por finales blandos y sin contundencia. Gibson respondía amablemente con un “ej lo que hay” y que si quería leer una novela en la que los personajes se hacían cosas muy desagradables unos a otros, y que, además, habían influido mucho en la forma de construir los argumentos de las novelas del Sprawl (sobre todo en Conde cero, añado yo), que se leyese Dog Soldiers de Robert Stone. Y cómo a mí me gusta mucho leer novelas sobre gente que se hace cosas muy desagradables unos a otros, pues para allá que fui.

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