Tres piezas góticas

Tres piezas góticas

Tres piezas góticas

Hay muchas formas de determinar el éxito de una editorial. Están los premios que recibe, la calidad de los autores que publica, el dinero que gana, su longevidad, la respuesta del público,… Estas podrían ser algunas de las señales más comunes, aunque hay otra posibilidad un tanto más peculiar pero, bajo mi punto de vista, definitiva: la reacción popular ante la noticia de que algunos de sus títulos están agotados y no hay indicios de que se vuelvan a editar. Si nos encontramos con una respuesta indiferente, mala cosa, pero si la gente empieza a ponerse ansiosa, busca y rebusca en el mercado de segunda mano –donde estas piezas se cotizan de forma exagerada– y se lamenta entre sus amigos, preguntándose por qué no se saca de una vez ese libro maldito, entonces, y sólo entonces, el éxito está más que asegurado y empezamos a entrar en el terreno de la leyenda.

Con la editorial Valdemar pasa esto último y este libro es un buen ejemplo. Tres piezas góticas fue una de sus primeras publicaciones –nº 10 de la colección Gótica– y se agotó con relativa rapidez. A partir de ahí, y para cuando el pequeño círculo de gourmets que inicialmente había seguido a la editorial dejó paso a una legión de fans, se empezó a convertir en un libro buscado y codiciado. Sobra decir que, también, muy escurridizo y difícil de encontrar.

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Frenesí gótico

Frenesí gótico

Frenesí gótico

En el principio fue lo gótico, y luego vino el resto. Antes de que J. R. R. Tolkien, George R. R. Martin, Isaac Asimov, Theodore Sturgeon, Stephen King y H. P. Lovercraft nos deleitasen con sus creaciones, fue el tiempo de Ann Radcliffe, Horace Walpole, Matthew G. Lewis, Charles R. Maturin, William Beckford y Mary Shelley. Y sin estos inmensos precursores ni la ciencia ficción, ni el terror, ni la fantasía existirían hoy en día tal como los conocemos.

La literatura gótica nació dentro de la marea romántica como una respuesta a la Ilustración del XVIII. Frente al gusto por lo racional y científico, por lo equilibrado y clásico, el género gótico es todo lo contrario, desmesurado, irregular, caótico y fantástico. Cuando la ciencia arroja del acervo popular las creencias en lo sobrenatural una serie de autores deciden introducirlas dentro del terreno de lo literario.

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