Subsolar, de Emilio Bueso

SubsolarSiempre es difícil concretar la calidad individual de la novela que cierra una serie. Su valor intrínseco está estrechamente relacionado con la conclusión de la historia que se ha estado desarrollando en los libros anteriores. No debería ser así, pero el último volumen suele acabar ejerciendo la función de mero instrumento finalizador. Con Subsolar esto no ocurre, debido a una determinada particularidad. Mientras que la separación entre la primera y la segunda parte estaba bien delimitada, en esta tercera entrega no hay una marca diferenciadora con respecto a dónde dejó la trama al lector en el libro anterior. La última parte de la trilogía “Los ojos bizcos del sol” parece más bien la segunda mitad de Antisolar, sin pausas en la continuidad y sin otra diferencia que el cambio de escenario. Tampoco se dan los consabidos apoyos de oficio con los que se suele refrescar la memoria de lo sucedido en los libros precedentes, para que el lector recuerde cómo se llegó a esta situación hace ya más de un año, de tal modo que el principio invita a releer los últimos capítulos de la segunda novela. Así pues, la sensación de unidad es mayor y elude el peligro de parecer un mero apéndice. En ese aspecto, recuerda a aquellos volúmenes que Ediciones B dividía en dos entregas debido a su largo número de páginas (Neal Stephenson y otros tochos semejantes). En este caso, la extensión no parece ser el motivo del corte y tengo el convencimiento de que la publicación en un único tomo, hecho que sucederá pronto, será más satisfactoria.

Con independencia de cómo ejecuta la suerte suprema, asunto que trataré más tarde, Subsolar es una novela que se muestra a la altura de las precedentes, convirtiendo la regularidad en una de las virtudes de la serie. La historia sigue entreteniendo por divertida y original, aunque la sorpresa por el novum que hace interesante todo el ciclo —ese mundo en simbiosis con moluscos, insectos y ahora arácnidos— vaya a menos, como es normal. La peripecia es, quizás, la que menor variedad ofrece, pues lo que se desarrolla en sus páginas es un periplo continuado por el desierto con parada en varios núcleos de población, algo monótono en cuanto al viaje de los héroes, que hasta ahora había recorrido una gran diversidad de escenarios. Sin embargo, las diferencias entre esos distintos centros urbanos están bien marcadas, su exotismo bien trabajado. Como mandan los cánones de la fantasía, hay una gran batalla final que, contada desde el punto de vista del narrador, recordemos que en primera persona, produce un efecto de inmersión potente, sin que penalice el contra efecto inevitable de ocultar el plano general de la batalla.

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