La colección SF Masterworks es un buen termómetro del estado actual del canon por anglosajonia. Mi idea de cómo ha ido su evolución en los últimos 25 años más allá de lo que se ha ido traduciendo es muy limitada, así que me tomo su selección de títulos como una medida de lo que para sus editores merece la oportunidad de figurar en las estanterías junto a Le Guin, Dick, Bester, Tiptree, Jr y el resto de grandes nombres. Una de esas obras semidesconocidas en España es Sarah Canary, la opera prima de Karen Joy Fowler, escritora con al menos otros dos títulos traducidos: El club de lectura Jane Austen y Fuera de quicio, finalista del Man Booker Prize de 2014. Cuenta con varios premios de ficción breve (Nebula, Shirley Jackson, World Fantasy), y fue, junto a Pat Murphy, impulsora del premio Tiptree, el galardón cuyo objetivo es traer la atención sobre textos que traten la cuestión de género.
Si tu acercamiento a Sarah Canary es más o menos como el mío (la has visto en una colección de ciencia ficción y buscas una lectura en este sentido), lo lógico es salir escaldado. Desde su cubierta trasera se revela como un cruce entre western moral e historia de costumbres sin apenas espacio para lo especulativo. En este terreno tan escasamente transitado, Fowler se cuida mucho de escribir una novela de frontera convencional. Aunque utiliza elementos claramente reconocibles, se aleja de los tropos habituales para dar voz a los oprimidos en los tiempos posteriores a la Guerra de Secesión de EE.UU. Las mujeres, los nativos americanos, los orientales ocupan la centralidad del relato y padecen, de múltiples maneras, el peso opresivo de la “civilización”.