A veces, algunos autores pecan de ambiciosos, quieren meter demasiadas cosas en sus libros y, al final, quedan desequilibrados, cojos, feos… Éste era un riesgo que Christopher Priest corría con El prestigio, porque, efectivamente, a primera vista, hay muchas cosas en este libro: se inicia con un joven periodista, hijo adoptivo, que está obsesionado con la creencia de que tiene un hermano gemelo aunque no hay ninguna prueba que corrobore esa afirmación; continúa con una joven aristócrata que parece tener la clave de este problema y sigue con la vida de dos celebres magos de finales del XIX y principios del XX que se convierten en el eje de toda la novela. El prestigio empieza, pues, como una novela de misterio con un ligero toque fantástico, se transforma después en una crónica realista del mundo de la magia en la Inglaterra victoriana para, más adelante, convertirse en ciencia ficción, y, al final, en un giro de lo más sorprendente, concluir como un relato de terror.
Como decía, muchas cosas en la coctelera. Pero Priest consigue que todas encajen a la perfección y logra, en vez del fiasco que muchos se podían temer, una de las novelas más redondas de los últimos años. Nos encontramos con un autor competente y preciso, uno de esos magos de las letras que hacen con el lector lo que les da la gana. A imagen y semejanza de los prestidigitadores que protagonizan su narración, Priest no para de sacarse conejos de la chistera consiguiendo que el asombro siga en pie página tras página sin ánimo de decaer, engañando al lector más avezado en esto de la literatura fantástica.