Hic Sunt Dracones es el segundo libro publicado por la editorial Fata Libelli, y su primera colección de relatos dedicada a un único autor. Para la ocasión han apostado por Tim Pratt, un escritor que apenas tenía un puñado traducidos a nuestra idioma del cual han urdido una sólida selección de siete piezas. Un vehículo de lo más apropiado para pasar cuatro o cinco horas en un mundo narrativo tan homogéneo como coherente.
Para hablar de la idiosincrasia de Hic Sunt Dracones me voy a centrar en el mejor relato de la colección; es el que mejor resume la manera de enfocar el fantástico de Pratt, explicitada en la notable introducción que acompaña al volumen (parte de la cual se puede leer aquí). “El pez limpiafondos” cuenta lo que le ocurre a un tardoadolescente, Graydon, de regreso a su pueblo después de haber sido expulsado de la universidad y embarcado en la pesca de un bagre descomunal. Su interés nace de la peculiaridad del siluro: al engullir objetos con un cierto valor sentimental le devuelve recuerdos de su hermano fallecido en un desafortunado accidente de moto.