Me disculparán si esta vez les cuelo el refrito de la reseña que publiqué hace unos cuantos años en otro blog, pero es que mi hija, que es en realidad quien me hace las reseñas, está muy liada con los ensayos de la fiesta del patrón de su cole. Así que aprovecho para recomendar por enésima vez Master of Space and Time, porque soy muy brasas y porque me gusta mucho. Además, creo que nunca jamás volveremos a leer nada traducido de Rudy Rucker, un autor que merecía mejor suerte a la hora de ser publicado en España, donde tan sólo hemos podido disfrutar de dos obras de ficción; la estupenda Software y la fallida El hacker y las hormigas (no sé en qué estaría pensando la editorial Ómicron para escoger esta novela de entre todo el amplio corpus ruckiano). Ilustre matemático con varios libros de divulgación en su haber (el interesado puede buscar La cuarta dimensión, publicada por Salvat en 1988), programador, escritor de cf y descendiente directo del popular filósofo Friedrich Hegel, Rucker era el que hacía de Philip K. Dick en el gran guiñol de escritores que escenificaron el cyberpunk. Pero cuidao, un Dick con sólida formación científica que hubiese cultivado la ciencia ficción dura. Por supuesto, en su currículum abundan episodios de abusos de drogas y paranoia, en los que brillan con luz propia las apariciones marianas del propio Dick y Allen Ginsberg durante sendos cebollones de ácido. Pero por encima de todo ello, Rucker es un escritor de una inteligencia muy superior a la media, muy agudo, extraordinariamente divertido y capaz de expandirte la mente a base de triturar conceptos matemáticos, científicos y filosóficos y suministrarlos directamente al cerebro.
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El circo del Dr. Lao, de Charles G. Finney
Dándonos una vuelta rápida por las librerías podríamos llegar a la conclusión de que por fin disfrutamos de algo parecido a la normalización del mercado editorial de género fantástico. Al menos esa es la sensación que da la variedad de lo publicado en este momento –otra cosa es, ay, que se venda–. No sólo recibimos puntualmente las últimas novedades e hypes anglosajones, o lo más selecto del fantástico europeo incluido el del terruño, sino que además se están recuperando clásicos ocultos del género al-margen-de-dragones-y-elfos que uno pensaba que quedarían para siempre en el limbo de los inéditos o nunca reeditados: Entrebrumas, La nube púrpura, Riddley Walker, El tapiz del Sinaí y ahora ésta reedición de El circo del Dr. Lao –ya publicada hace muchos años por Bruguera–, la extraña y divertida novela corta de Charles G. Finney escrita durante los años de la gran depresión norteamericana.
En un caluroso y polvoriento mes de agosto llega a la insignificante ciudad de Abalone, Arizona, el circo del Dr. Lao. El acontecimiento despierta el interés de los habitantes del villorrio, microcosmos de policías ignorantes, funcionarios grises, abogados pedantes, inspectores de emigración, matrimonios de provincias, maestras reprimidas, fontaneros en paro y demás paisanaje. Todos se disponen a visitar el circo, pero sus expectativas de recuperar emociones vividas en la infancia se ven pronto defraudadas. Éste no es un espectáculo corriente: no hay payasos, ni acróbatas, ni malabaristas, ni elefantes amaestrados. En vez de eso se exhiben criaturas mitológicas supervivientes de una edad antigua y mágica: el famoso filósofo Apolonio de Tiana, adivinador y poderosísimo mago, un anciano sátiro, una Medusa, la Quimera, un huevo de Roc, una Serpiente Marina, un maravilloso Perro Verde, la Esfinge, y un oso. O un ruso. Incluso dispone de un picarón espectáculo de peepshow donde los adultos más atrevidos podrán ser testigos de cómo un gran dios africano recibe en sacrificio a una atractiva mujer noruega.