La fiera de mi niña (Bringing Up Baby), la obra maestra del director Howard Hawks, es una de las mejores comedias de la historia del cine y la muestra más representativa de la llamada screwball comedy o comedia alocada que deslumbrara al público de todo el mundo allá por la década de los años 30. En ella, un ingenuo y algo despistado paleontólogo (Cary Grant) ultima la reconstrucción del esqueleto de un dinosaurio para el museo donde trabaja mientras organiza los preparativos de su boda con su secretaria, cuando irrumpe en su monótona existencia una adinerada y caprichosa heredera (Katharine Hepburn); a partir de ese momento, la impulsiva damisela hará lo indecible por hacer fracasar los planes del hombre de ciencia, dedicándole atenciones que culminan en continuos desastres, jugando con el equívoco y embaucándole en absurdas empresas como trasladar un leopardo –llamado precisamente Baby– a la mansión de su acaudalada tía. En resumidas cuentas, todo tipo de divertidas peripecias para constatar que ambos estaban hechos el uno para el otro.
El amor en tiempos de los dinosaurios (Corrupting Dr. Nice) repite idéntico esquema de situación que este clásico del séptimo arte, aunque en puridad sea más ajustado decir que adapta fielmente el guión de Las tres noches de Eva (The Lady Eve), de Preston Sturges, con el mínimo de cambios imprescindibles para ajustarlo al entorno futurista. Así, Genevieve (Gen) y su padre son dos expertos timadores que se ganan la vida desplumando incautos viajeros del tiempo. Por su parte, Owen Beresford Vannice es doctor en paleontología reconstructiva e investiga el comportamiento de sus amados dinosaurios en una estación científica en el Cretácico, un joven sin demasiado carácter ni habilidad social pero heredero de una de las mayores fortunas de Norteamérica. El día en que el bueno del Dr. Nice decide regresar al presente para hacer público sus resultados –y, de paso, enfrentarse a su padre para lograr su independencia– el azar en forma de accidente provocado por una cría de apatosaurio unirá para siempre los destinos de ambos jóvenes.