Fracasando por placer (XXII): Películas pendientes del siglo XXI

The Last And First Men

No, no estoy al día. En primer lugar, porque estar al día me costó, durante mucho tiempo, un terrible esfuerzo. Pero es que justo cuando terminó el periodo en el que tenía que estar al día, empezaron a acumularse obligaciones familiares y laborales más complejas. Y estar al día para mí había sido en el fondo un trabajo (he terminado con una opinión negativa sobre el hecho de trabajar en lo que te gusta), con lo que cuando tenía un rato, pese a que la cf siempre será uno de mis primeros amores, prefería ver o leer otra cosa. El hecho se ha reproducido en otros aspectos de mi vida: hubo un periodo, después de trabajar en periodismo deportivo, en el que dejé de disfrutar de ver deporte por gusto. No conseguía ser un espectador: mi mente buscaba todo el tiempo explicaciones a lo que veía, argumentos para relatarlo, sutilezas tácticas o técnicas que dieran razón de ser a la evolución del juego.

Por ello, y porque supongo que tengo el gusto algo anticuado, apenas leo ciencia ficción actual, salvo cuando parece obvio que puede haber serias posibilidades de que me guste (Chiang, Liu, Bacigalupi, Watts… ). Y también por ello dejé de ver muchas, muchas películas entre las supuestamente más destacadas del género en lo que va de siglo. Pero eso resulta bastante más fácil de remediar: es más barato y exige menos tiempo, además de que no tengo la impresión de haberme perdido tantas cosas importantes. El caso es que en la pandemia empecé a hacerme una lista de posibles títulos. Llevo ya un tercio, y aquí va un breve repaso. Nótese que el criterio para incluirlas aquí es, únicamente, que yo no las hubiera visto y que tengan cierto respaldo crítico.

En algún momento dentro de muchos meses, si termino esta tarea no del todo gratificante, quizá haga un listado de las mejores, incluyendo las que he visto hasta ahora. No sé si serán diez, veinte o treinta. Sólo puedo anticipar algunas de las que estarán con certeza: Olvídate de mí, Hijos de los hombres, A Scanner Darkly, Wall-E, Origen, Melancolía, Qué difícil es ser dios y La llegada. También algunas muy notorias que no estarán bajo ningún concepto: Distrito 9, Her y Ex Machina.

Aquí va una primera tanda de mis revisiones tardías.

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High-Rise, de Ben Wheatley y Amy Jump

High-Rise

El acontecimiento cinematográfico del 2016 que me tenía más culturalmente palote era sin duda alguna el estreno de High-Rise, la adaptación de Rascacielos de J.G. Ballard, novela culminación de la trilogía brutalista precedida por La isla de cemento y Crash. Digo acontecimiento porque los encargados de llevar Rascacielos a la pantalla grande serían el cineasta británico Ben Wheatley y su habitual guionista, Amy Jump, de quienes tengo en alta estima dos de sus películas; Kill List (2011), una extraña reelaboración en clave terrorífica del mito artúrico y el camino del héroe y, sobre todo, la magnífica, divertidísima, retorcida, inteligentísima, demoledora, graciosísima, y todos los -ísimos/as que le quieran añadir; Turistas (2012), que si no la han visto ya no sé que han estado haciendo con sus vidas.

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Snowpiercer, de Bong Joon-Ho

Snowpiercer

¡¡OJOCUIDAO!!  El texto que viene a continuación revela diversas claves de la trama, incluso el final de la misma, así que no siga adelante si no quiere que se la fastidie. Yo lo siento mucho, pero soy incapaz de reseñar una obra compleja como ésta sin tratar algo tan importante como es su conclusión. Si de todos modos quieren conocer mi opinión en dos palabras, se la doy; Snowpiercer mola. Ya si eso, vayan a verla y luego vuelvan aquí, a ver si le enriquezco la visión de la película o acaban por mandarme a la mierda.

A principios de los años noventa, se publicó en Francia el primer volumen de Le Transperceneige, un tebeo de Jean Marc Rochette y Jacques Lob, inspirado en una serie de novelas postapocalípticas de mucho frío, La Compagne des Glaces, de G. J. Arnaud. En él se planteaba un futuro lejano en el que una guerra atómica ha sumido el planeta en un eterno invierno nuclear que ha cubierto la Tierra de un espeso manto de nieve y hielo. Los supervivientes se han refugiado en un tren que circula sin descanso por las vías que aún permanecen operativas. Y en el interior de dicho tren se ha generado un microcosmos extremadamente jerarquizado, rígido e injusto, un reflejo de las sociedades humanas en general. En los vagones de la cola se pudren los desahuciados, olvidados por los habitantes de los vagones delanteros, donde las capas más acomodadas de la sociedad disfrutan de todas las comodidades sin remordimiento alguno, inconscientes de que esas diferencias sociales podrían arrastrarles al desastre.

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