El sable láser de Rey: los cuentos siempre vuelven

Rey vs Kylo Ren

Hay veces en la ficción en las que un momento concreto hace de bisagra, y a partir de él nada es como antes. Ese instante de cambio puede ser un sacrificio, un acto de valentía o cobardía, o un segundo esclarecedor, de entendimiento, y vale tanto una acción como una palabra o una idea simple. Lo que debe tener de particular ese momento bisagra es la capacidad para romper el curso de lo que se está narrando, de manera que las cosas cambien o alteren sustancialmente la percepción tanto de situaciones como de personajes. Ese momento de claridad lo vive Emma cuando se da cuenta de que ella, tan listilla, tan celestina de mansión inglesa, está enamorada de Knightley como una colegiala. Le sucede a Neo cuando, en lugar de huir, se sacude el polvo e invita al agente Smith a que vaya a por él. Le ocurre a Gandalf al enfrentarse al Balrog en el puente de Minas Tirith. Lo tiene de aceptación Superman en Man of Steel cuando sale de entre la chatarra de Smallville, los soldados se apartan y le dejan pasar y el coronel Hardy anuncia que ese hombre no es su enemigo. Aparece en Sigfried cuando el héroe que no conoce el miedo, después de haber peleado contra un dragón como quien se come una salchicha frankfurt, se echa a temblar al ver por primera vez a Brunhilde. Da lo mismo que se trate de un criticado blockbuster o de un ambicioso festival escénico-musical de 15 horas, en esos momentos de anunciación aparece un personaje que adquiere consciencia de quién es, de su tiempo, de lo que sus acciones significan, un personaje que por decirlo de algún modo provoca un silencio entre los testigos invisibles. La resonancia que dentro de nosotros provoca ese silencio, y da lo mismo que suceda en un teatro de ópera, en una sala de cine o en el espacio reducido que es la página de una novela, explica en parte por qué leemos, vamos al cine y escuchamos música. No debe extrañar que, en esencia, reducidos a su forma más simple, esos personajes que conocen una transfiguración provengan de los cuentos infantiles; sobre todos los que cambian positivamente al protagonista y modifican para bien el curso de la historia, los que se convierten en emblemas, símbolos, figuras míticas. Ese momento lo conoce Rey en Star Wars 7 cuando se enfrenta a Kylo Ren y utiliza la Fuerza para empuñar el sable láser que hasta entonces ha rechazado.

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