Stoner, de John Williams

Stoner Butcher’s Crossing es uno de los libros que más me han gustado en estos últimos años, una obra maestra de corte clásico perteneciente a un género que merecería un mayor respeto: el western. En su día, me pareció increíble que un libro de semejante calidad no tuviera una popularidad mayor en el mundillo literario, y más increíble aún que los entendidos afirmaran que la gran obra de Williams no era esta, que no solo tenía una maravilla del género histórico premiada con el National Book Award titulada El hijo de César, sino que además había escrito otra superior a ambas, ya casi de culto y también ignorada durante muchos años. He guardado la lectura de Stoner para un momento determinado de tranquilidad y claridad personal en el que pudiera apreciar toda su estatura literaria, y he de decir que, de nuevo, el autor me ha dejado absolutamente sorprendido. Tanto como emocionado. Porque es cierto, Stoner supera a la novela que tanto me gustó. Es, de hecho, una obra de tanta calidad que merecería figurar en los más altos puestos de la literatura contemporánea.

En esta obra maestra se narra la vida de William Stoner, hijo de granjeros que acude a la universidad para estudiar agricultura y seguir con la tradición familiar, pero que ve cambiar el curso de su vida al tener una epifanía en la clase de literatura. Siguiendo su vida, el lector asiste en segundo plano a eventos lejanos como las dos guerras mundiales y la guerra civil española y en primero al desarrollo de la vida del protagonista, desde que ingresa en la universidad siendo un adolescente hasta su muerte por enfermedad. Stoner es un ser anónimo del que no quedará huella, así se presenta la historia en su primera página, y esa es precisamente una de las mayores grandezas del libro, que la vida que se muestra es la de una persona normal, carente de grandes peripecias, sin nada reseñable que destacar más allá de su trabajo universitario y su entorno familiar. Y sin embargo, el libro se devora, se lee con la misma pasión que un pasapáginas de acción, como si las desgracias y los pequeños triunfos personales de este insignificante profesor universitario fuesen acontecimientos extraordinarios, su historia personal y su intimidad convertidas en una epopeya.

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