Ya he escrito varias veces sobre el drama detrás de la recuperación de la cultura popular en España, particularmente en los videojuegos y el cómic. Demasiadas veces se recuerda su creación desde libros sin un mínimo trabajo editorial detrás. Sus divulgadores, con un bagaje intachable y en muchas ocasiones haciendo una labor de documentación digna del mejor investigador, se ven a los pies de los caballos arrojados por unas editoriales que limitan su trabajo a poner su texto en unos volúmenes que luzcan en las estanterías. Tapa dura; papel de alto gramaje, muchas veces satinado sin venir a cuento; maquetación esmerada con una integración de imágenes absoluta; impresión a todo color con imágenes a buena resolución… Sin embargo, detrás falta la guía de un editor profesional que dote de sentido a la estructura del libro, dirija el discurso del texto para evitar un camino errático, corrija una redacción propia de alguien cuyo trabajo es otro… Esta problemática tiene a La mejor historia de Zinco jamás contada como un nuevo epítome.
El primer capítulo, “Prehistoria: DC antes de Zinco y Zinco antes de DC (1975-1983)” encierra ya en esta frase gran parte de lo que el lector va a encontrarse en sus alrededor de 25 páginas. Acota los años de existencia de Zinco previos a la publicación de los cómics de DC, pero no hace lo mismo con todas las editoriales que editaron sus tebeos en España previamente (la parte principal del texto). Esta inexactitud, que no deja de ser un comentario muy traído por los pelos, es el preámbulo de una de las redacciones más descuidadas, ambiguas, imprecisas, que me he encontrado en mis cerca de 25 años reseñando libros. Para muestra, dos extractos de los innumerables que se pueden encontrar:
Su andadura empresarial se puede acotar entre los años 1941 a 1986, cuando se especializó en la publicación de tebeos tras la Guerra Civil, aunque la fecha exacta para ello no está del todo clara y se barajan fechas entre 1940 y 1942. (página 25)
Alrededor de la figura de Superman se lanzó entre 1976 y 1980, bajo el título de Colosos del cómic: La familia de Superman, una serie sin excesiva repercusión en el mercado que murió al poco de superar el año de publicación. (página 26)
Afortunadamente no todo el libro es así. La mejor historia de Zinco jamás contada está escrito por tres aficionados al cómic: Gustavo Higuero, Carlos Giménez y Enrique Doblas. Y hay muchos fragmentos en los cuales las anfibologías, frases mal redactadas, palabras mal usadas, repetición de ideas o de palabras disminuyen su frecuencia. Otras, sin embargo, regresan con pertinaz insistencia (Lo de calificar Orquídea Negra como la “primera intromisión en la editorial” de Neil Gaiman me ha llegado al alma). Esta es una de las múltiples facetas en las cuales la ausencia de un editor merecedor de esa categoría deja vendidos a los autores. Porque hay más aspectos para echarlo en falta. Ahí está, por ejemplo, una estructura que dedica su espacio a todas las editoriales que publicaron DC antes de Zinco pero olvida lo que supuso su ausencia después; algo que se puede llegar a entender estirando mucho la argumentación pero que olvida miserablemente un legado en el cual su existencia vio nacer una serie de estándares (de edición, de selección de material) cuyo arraigo o carencia ha marcado el devenir de al menos dos de las editoriales que tomaron su legado (VID y Norma).
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