Narración de Arthur Gordon Pym es la única novela de Edgar Allan Poe. Un muestrario de historias en el mar escrito bajo una mirada alejada de lo sobrenatural. En el periplo de Pym desde el puerto Nantucket hasta los desconocidos mares del sur se suceden una serie de elementos (la tormenta, el motín, el canibalismo para combatir el hambre, el naufragio, la exploración de tierras desconocidas…) transformados por el paso del tiempo en un inmenso lugar común. No por nada tienen los hemos visto posteriormente en docenas de historias. Ni añadiendo al banco de recursos “Un descenso al Maelström” y “Manuscrito encontrado en una botella”, se podría llegar a afirmar que todos los cuentos de terror en el mar están contenidos ahí. Sin embargo, aparte de la vigencia del tercer y último “viaje”, su carácter fundacional es intachable. Es un semillero de incontables ficciones terroríficas que se nutren de ella para crecer e incluso, excepcionalmente, sobrepasarla. Justo lo que ocurre con “Al otro lado de la montaña”, la novela corta de Michel Bernanos seleccionada por José María Nebreda para su antología Mares tenebrosos.
Durante muchas páginas me ha parecido estar leyendo una variación de los viajes de Gordon Pym reunidos en uno solo. Una obra iniciática con un comienzo potente (su narrador es pasado por la quilla nada más embarcar), una desarrollo in crescendo (calma chicha, hambruna, motín, canibalismo, tormentón) y recarga sus pilas en una entrada a un remolino para reinventarse en una segunda parte avasalladora. Un relato hipnótico que da la verdadera medida, el sentido y la dimensión de “Al otro lado de la montaña”.