Ya estamos muertos, de Charlie Huston

Ya estamos muertos

Ya estamos muertos

A juzgar por los títulos editados hasta ahora en la colección Runas de Alianza Editorial, parece que han encontrado un hueco prometedor con novelas de fantasía ligeras y divertidas, pero con un nivel de exigencia literaria por encima de la franquicia al uso. Prueba de esto son la saga de Locke Lamora de Scott Lynch, que ya va por su segunda entrega, La voz de las espadas de Joe Abercrombie y, en menor medida, el clásico La espada rota de Poul Anderson. Con Ya estamos muertos la colección inicia otra saga que bien podría encuadrarse en el mismo nicho.

Desde que cogemos el libro por primera vez nos queda claro que no vamos a leer un título con grandes ambiciones literarias, y aunque el poco afortunado «corta pega» que aparece en la portada no invita a pasar de ahí, nos encontramos ante una novela que cumple a la perfección la máxima de «si no tienes nada nuevo que contar, al menos entretén al lector».

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El hombre divergente, de Marc R. Soto

El hombre divergente

El hombre divergente

El hombre divergente es una colección de diez relatos obra de Marc R. Soto, mezclando inéditos y ya publicados. Son once, en realidad, si contamos la narración que los relaciona en forma de fix-up. La mayoría de ellos se podrían encuadrar dentro de los géneros de terror o de exploración psicológica del crimen. El autor es una de las nuevas figuras a seguir en lo que se refiere al relato corto de género fantástico, como atestigua la respetable cantidad de narraciones que ha conseguido colocar como ganadoras o finalistas de algún premio literario.

Elia Barceló, autora del prólogo, compara al autor con Stephen King. He de decir que siento un enorme respeto por la habilidad como contador de cuentos de King, a pesar de las críticas negativas que cosecha, a veces justificadas por los altibajos de calidad en su demasiado abultada producción y a veces motivadas simplemente por su popularidad. Por ese motivo acojo con total escepticismo cualquier comparación con él. Hay muchos que quisieran escribir como King –al menos cuando está en forma– y casi ninguno que lo consiga. No obstante, he de admitir que tras leer los relatos he llegado a comprender y compartir lo que dice Elia Barceló. King tiene una marcada habilidad para crear personajes cercanos al lector, que parecen verosímiles, que tienen preocupaciones y reacciones con las que podemos identificarnos. Ello motiva que realmente nos importe lo que sucede a sus protagonistas, con lo cual una historia de terror ya tiene mucho ganado, pues será fácil que nos involucremos en la misma. Algo de eso tiene también Soto. Sus personajes, por mucho que sean españoles en vez de naturales de Maine, parecen igualmente reales; es muy fácil para el lector identificarse con ellos y preocuparse por su suerte.

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