Suelo hacer en twitter un pequeño listado con mis libros y tebeos del año que termina. Reconozco que los números del ranking son un gancho; estar entre los seleccionados ya enfatiza que me parecen muy recomendables. Sin embargo a veces uno de esos títulos merece, claramente, toda la atención posible y el guarismo comunica exactamente lo que pretendo. Si algún incauto decide hacer caso, que sea con esa sugerencia. En 2019 el libro de ficción que se llevó el número uno fue La mucama de Omicunlé, de Rita Indiana; como no me canso de repetir, el libro más impactante entre los que leí el año pasado o, sin meditarlo mucho, en los precedentes. Una narración que los escritores que venden querer volarte la cabeza matarían por haber escrito, además de una exuberante locura que, partiendo y terminando en la ciencia ficción, pone a prueba tu concepción de los géneros hasta extremos difíciles de explicitar.
Dos años después de publicar La mucama de Omicunlé Indiana recogió a uno de sus protagonistas, Argenis Luna, para retomar su historia personal. Posterior y, también, anterior a lo visto en el argumento de aquella novela. Por el camino, afrontó una serie de transformaciones en el fondo y en la forma que elevan a Hecho en Saturno como un texto íntimamente ligado a parte de su imaginario y, a la vez, con una enorme capacidad de sorpresa, pudiendo desconcertar de nuevo a los lectores por la relativa contención desde la cual está escrito. Cualquier denotación ciencia ficcionesca o fantástica desaparecen sin dejar rastro; una decisión que pone de manifiesto la metamorfosis respecto a La mucama y las variaciones en el subtexto, hasta el punto de soportar una lectura independiente.
Hecho en Saturno se inicia con Argenis aterrizando en La Habana de los últimos años de Fidel. Su padre, José Alfredo, lo ha empaquetado para allá con vistas a afrontar un tratamiento de desintoxicación para su adicción a la heroína. En este noble fin incluye otra motivación más retorcida: alejarlo de la atención mediática mientras se dilucidan las elecciones generales en la República Dominicana a las cuales concurre. Antiguo héroe revolucionario que pretendió llevar a su país la experiencia comunista, José Alfredo sobrevivió a una multitud de correligionarios desaparecidos durante los gobiernos de Balaguer y ha terminado integrándose en uno de los partidos establecidos en el nuevo marco político. Los sueños de transformación quedaron por el camino, y no sólo como medida de supervivencia necesaria para adoptarse al nuevo panorama.
En estas primeras páginas de toma de contacto con la Habana, se establecen dos secuencias temporales. Una, la convencional, relata los días de Argenis en el piso donde es atendido por el doctor que ha contratado su padre, se exponen las complicaciones para superar su dependencia y se establecen las dos relaciones que le ayudarán a superarla: una mujer, Susana, y un vecino, Vantrol. La segunda secuencia se cuela entre los intersticios de la primera en una suerte de flujo de la conciencia. El narrador nos desplaza por los recuerdos de Argenis para trazar su bagaje sentimental. En lo referido a su relación con José Alfredo, el resto de su familia y una serie de características que cimientan sus vidas actuales mientras abren las puertas al diálogo entre las generaciones actuales de dominicanos y cubanos y sus países. Una conversación que ya se sentía en La mucama, y aquí amplía la profundidad de su mirada al sobrepasar aspectos entonces dominantes, caso de la significación creativa y comercial del arte.
Este asunto recobra su relevancia hacia el final cuando canaliza la recuperación de Argenis. El resto del libro queda prácticamente relegado a una serie de analogías con el Saturno devorando a sus hijos pintado por Goya. A priori un tanto tópico pero, en su desarrollo, abrillantado por cómo cobra forma la infancia de Argenis en los 70, su vínculo con su padre y los círculos que buscan la revolución en un diálogo continuo. Primero con esa Habana decrépita y ajena a los pretendidos valores del comunismo, donde Susana se prostituye para pagar el tratamiento de Argenis y Vantrol sueña con exiliarse a un país donde no sea reprimido por su identidad de género. Y después con la República tras su viaje de regreso. La doctrina del shock con su pasado es el empujón definitivo hacia un nuevo status cuando complejos y traumas quedan atrás.
Esta relación amarga y desencantada entre padres e hijos en el sentido más amplio, de hermanamiento entre reprimidos por un lado y represores por el otro, gana lustre con la prosa de Indiana. En su exuberancia, sin perder un ápice de control, levanta un entramado estético de primera magnitud que evidencia la talla de una escritora clave para entender la literatura en español de este siglo. Y esto son palabras mayores.
Hecho en Saturno (Periférica, 2018)
Rústica. 208 pp. 17.00 €
Ficha en la web de la editorial