Han pasado cuatro años desde el nacimiento de Cuentos para Algernon, un proyecto donde mensualmente se traduce ciencia ficción, fantasía y terror de los autores más señalados que publican en las revistas anglosajonas. Cuatro años de una web amateur cuya impulsora, Marcheto, ha dado a los aficionados la oportunidad de conocer levemente la actualidad del relato en EEUU y Gran Bretaña. Entre los escritores seleccionados tanto ha habido nombres aquilatados como otros más desconocidos, en su mayoría apenas traducidos en España. Esta apuesta en un contexto de mercado en contracción donde la narrativa breve, muy especialmente en el formato antología no temática, tiene un hueco cada vez más reducido, dota a Cuentos para Algernon de su incomensurable valor añadido. Año a año me acerco a estos volúmenes recopilatorios, liberados como el resto de su web de manera gratuita, para participar de esta celebración del relato sobrina nieta de cabeceras como Nueva Dimensión, las Selecciones de Bruguera o las más recientes Artifex o TerraNovas&Co.
Por empezar por un clásico, en este Año III destaca Avram Davidson, un escritor cuya relevancia en España se ha perdido. Como parte del especial de humor se presenta “El hornillo eslovo”. En él plasma el desarraigo de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes, el olvido de ese bagaje de usos y costumbres mantenido por sus antecesores durante siglos, mientras se las ingenia para recordar el choque cultural de la primera generación al llegar a su país de adopción y las estúpidas diatribas étnicas arrastradas hasta el nuevo continente. La brillantez está en el ingenio detrás de cómo germina cada faceta a través de la narración y unos diálogos con chispa. Me ha dejado con las ganas de leer más historias suyas.
Otro clásico seleccionado para el pequeño especial de humor de este Año III es Robert Sheckley, con uno de sus cuentos inéditos: “¡Menudas cosas hace la gente!”. Un acto de voyeurismo delirante donde un “mirón” encadena la observación de varias estampas cotidianas, cada vez más retorcidas y absurdas, aunque un tanto huecas. Mi lectura ha estado muy mediatizada por el recuerdo de los inolvidables relatos publicados en Nebulae Segunda Época o leídos en antologías sueltas. Me ha costado contentarme con imaginación y un giro final, sin esa mala leche marca de la casa.
Se incluyen dos relatos humorísticos más. “Re: Re: Re: Re: Re: El microondas de la sala-comedor está haciéndole cosas raras al tejido del espacio-tiempo”, de Charles Yu, es una absurda concatenación de correos, a la manera del cruce de mensajes que a veces nos encontramos en el ascensor de una comunidad de vecinos. Mientras, en “Cthulhu explicado a la yaya” Alex Shvartsman hace una burla amable del mundo de los acólitos, eruditos y perseguidores de los mitos de Lovecraft.
Entrando ya en el campo del drama y los autores que repiten del anterior volumen, me gustaría resaltar de nuevo la labor de Dan Chaon. En “Las abejas” aborda la opresiva semblanza de un hombre cuyo pasado regresa para poner en peligro su familia. El lento e inevitable deslizamiento de una situación normal hacia una pesadilla triste y amarga. A su altura está “La llave del gabinete de la noche”, de Jeff Noon, sobre un procedimiento que causa la muerte de quien lo pone en marcha. Con precisión de entomólogo, el narrador desnuda su creciente obsesión y consigue momentos perturbadores a medida que se deja seducir por él. Este relato resulta incluso más desesperanzador por lo que supone. Después del fracaso Aguja en el surco en Mondadori, Noon cayó en el olvido hasta 2014 cuando Marcheto lo recuperó para el anterior Cuentos para Algernon. Los cuentos seleccionados, como ya vimos en Vurt, reafirman su talento para la narrativa sibilina. Merece ser recuperado de alguna forma.
Otro relato convencional en su concepción, mucho más naif, es “Aciago encuentro en Ulthar”, de Tim Pratt, esta vez centrado en el poder de la ficción y su capacidad para modelar el mundo. Ingenioso al plantear la labor de la protagonista, una hechicera con el encargo de domeñar la mente de un escritor pulp cuyas criaturas escapan de su cabeza y colonizan el mundo. Si se es fan de la espada y brujería, expone alguno de sus tópicos más celebrados, retorcidos o afilados para poner de manifiesto su vertiente más acomplejada, machista…
Pasando a los autores “noveles” en estas antologías, sobresale uno de los representantes más señalados del space opera contemporáneo: Alastair Reynolds. “La fijación” es una narración con dos almas. La primera, la estereotipada, describe el dispositivo de Anticitera desde dos realidades, una de las cuales trabaja su restauración enviando entropía hacia otros universos mientras trae a éste el orden necesario para recuperar su forma inicial. Una descripción anodina del hecho científico con los habituales símiles del hard por fortuna rota en las últimas páginas. Un giro que da una patada a esta línea y empuja “La fijación” hacia la imaginativa descripción de un universo en descomposición.
El segundo autor de renombre que vela sus primeras armas en Cuentos para Algernon es Mike Resnick, del cual se recupera “El Emporio de las Maravillas de Alastair Baffle”. El autor de “Siete vistas sobre la garganta Olduvai” y “He tocado el cielo” ofrece uno de sus emotivas semblanzas de relaciones humanas. La amistad de dos hombres que, tras varias décadas, se enfrenta a la prueba definitiva: la muerte. El elemento que libera el conflicto es la presencia de una de esas tiendas mágicas tan habituales en las narraciones fantásticas. Pone a ambos de nuevo en contacto con un personaje de su adolescencia y siembra la semilla de la discordia. Resnick aprieta las teclas adecuadas para exponer las dos posturas clásicas ante la enfermedad, aceptación o huida, mediante una alegoría cargada de ternura en su conexión con la infancia perdida. También oscila entre lo tramposillo, al darle a la evasión un cariz eminentemente positivo y ofrecer un poco de comfort ante momentos tan duros, y su inevitable carga amarga. Un poco como Cocoon.
Entre los nuevos, quien más me ha gustado ha sido Benjanun Sriduangkaew. Cansado de la space opera clasicota y clasista, su escenario de “Puente Silencioso, Cascada Pálida” está bien asentado (un imperio con todos sus habitantes conectados en una red; una sociedad dispuesta a romper con esa hegemonía y recuperar su identidad propia) sobre la base donde emplaza un conflicto entre dos personajes con un pasado en común. En el cuento no hay resolución, sólo el bosquejo del planteamiento. Si se acepta esta premisa, la ambientación es lo suficientemente evocadora como para sostener el relato. Invita a leer más historias de esta autora.
En su aire clásico también me ha agradado “Aquí andamos, cayendo en las sombras”, de Jason Sanford. Juega con la convención de la invasión parcial, esos seres que han llegado a la Tierra y han modificado los hábitos de una humanidad que ya no está a salvo fuera de sus casas porque corre el peligro de ser atrapada. Muy en la línea de lo visto en Universo de locos, de Fredric Brown, o “El círculo de piedra“, de Ángel Torres Quesada. Lo más atractivo reside en cómo Sanford enhebra las dos pérdidas de su protagonista; la de su mujer, tomada por estas criaturas durante los primeros días de la “invasión”, y la de su hija adolescente, todavía con él pero marcada por el “secuestro” de su madre y atraída por las criaturas responsables. Su subtexto es suculento por los significados de ambas y cómo las dos mujeres pueden cambiar el destino de los invadidos frente a un hombre incapaz siquiera de afrontar una vida fuera de sus carriles.
En “Tres vistas sobre la existencia de culebras en el torrente sanguíneo humano” James Alan Gardner plantea una ucronía en 3 actos sobre el uso de la ciencia como herramienta de control religioso, político y social, ingeniosa y bien tramada. Desde esta perspectiva, más sencillo y, quizás por ello, más perturbador Vajra Chandrasekera escribe “Ulder”, aderezado con una incomunicación que modela a sus personajes.
Para terminar, se incluye el ensayo “Un mensaje sobre los mensajes“, donde Ursula K. Le Guin discute la maldita manía de simplificar cualquier ficción en reseñas como ésta. Un elocuente alegato en favor del disfrute de la ficción como relato y no como mera portadora de conceptos.
Llegados al final, el único pero que puedo encontrarle a esta selección es lo desequilbrada que quedó en cuestión de género: 11 hombres y dos mujeres. Un hecho puntual si se compara con las antologías anteriores o la recién publicada. Y repitiendo lo que comentaba al inicio de ésta demasiado extensa reseña, Cuentos para Algernon es una celebración del relato heredera de los míticos tiempos de Nueva Dimensión, las selecciones de Bruguera o los más recientes Artifex o TerraNovas&Co. Como lector egoísta espero tener nuevas entregas lo menos cuatro años más. Con algún otro Ignotus bajo el brazo. Sería de justicia.
Cuentos para Algernon. Año III (2015)
Traducción: Marcheto
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Ficha en La tercera fundación
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Una reseña increíble a pesar de lo q piense Úrsula, je je. A seguir así!