La actual crisis económica ha supuesto el despertar de muchas capas de la sociedad española plácidamente adormecidas. Una de las consecuencias más evidentes es cómo la política se ha convertido en uno de los temas centrales de gran cantidad de conversaciones. Sin embargo, al menos por lo que observo a mi alrededor, estas acostumbran a ser de bajo nivel, una mera reproducción de las discusiones en las tertulias políticas televisivas o radiofónicas, casi siempre centradas en el análisis superficial, cuando no sesgado, de la actualidad. El conocimiento del sistema democrático con el que muchos contamos pasa factura y, al final, todo pivota sobre una serie de lugares comunes, contrastados o no, a lo sumo aderezados con lo que se ha leído en tres artículos en prensa o dos posts de algún blog específico. En este contexto la lectura de libros como La urna rota se hace imprescindible.
Politikon es un colectivo formado por siete académicos y profesionales que promueven un análisis científico de la sociedad. Su actividad divulgativa más visible es el blog del mismo nombre, pero sus miembros no se han cerrado a ese ámbito sino que la extienden a los medios de comunicación tradicionales o atractivas tertulias en la red. Hace unas semanas Debate publicó La urna rota, un ensayo escrito de manera colectiva donde abordan un diagnóstico de la crisis de la democracia española y aportan una serie de posibles remedios para sacarla de ella. De ahí que el libro esté dividido en dos partes bien diferenciadas.
El estudio del estado de la política española que ocupa su primera mitad atraviesa la epidermis del sistema y se centra en las causas de algunos de sus mayores déficits y lastres. El por qué de la corrupción, la problemática de nuestro sistema electoral, la sobrerrepresentación de ciertas profesiones en los partidos políticos o los motivos por los que se creó la burbuja inmobilaria se diseccionan de forma sistemática, haciendo referencia a una serie de procesos subyacentes a la actualidad política que suelen estar ausentes en los debates que monopolizan la atención de los medios de comunicación.
Como muestra del tipo de exploración que podemos encontrar, uno de estos capítulos se acerca a la importancia de la sociedad civil en la rendición de cuentas mediante el tejido asociativo: partidos, sindicatos, ONGs, grupos de presión… Uno de los paradigmas seleccionados para explicar lo que ocurre cuando este control no se ejerce se expone a través de lo sucedido durante la etapa de Felipe González como presidente del Gobierno, cuando los jóvenes pasaron de ser una de las prioridades de la acción política a verse relegados por temas como las pensiones o la sanidad. Las causas no solo incluían el progresivo envejecimiento del electorado o la acusada desmovilización de los segmentos más jóvenes de éste, sino que también estaban relacionadas con la carencia de asociaciones que promovieran políticas orientadas a ellos. Cuando no existe un grupo de presión preocupado por la solución de un problema, este se perpetúa, cuando no se torna invisible.
La segunda parte retoma todos esos puntos con el propósito de aportar recetas que mejoren las carencias señaladas, profundicen en los aspectos positivos y, en la medida de lo posible, promuevan una regeneración del tejido sociopolítico. Lo interesante es que la discusión dista de ser monolítica; desglosa los pros y contras de diferentes acercamientos a cada problema mientras sitúa en la base del libro una idea a la contra de la política tal y como se nos transmite: el mundo es un lugar complejo y no solo no existen soluciones sencillas sino que las que se van encadenando tampoco son perfectas.
Una de las exposiciones más elocuentes gira alrededor de la importancia de establecer políticas basadas en la evidencia. Una práctica en la cual, para verificar la efectividad de un programa, se buscaría aplicarlo primero en una pequeña muestra de la población. Posteriormente, una vez comprobado su éxito, ya se extendería a todo el país. Un modus operandi alejado del que estamos acostumbrados y que, por ejemplo, en los últimos quince años nos ha llevado a cambiar tres veces la ley orgánica de educación sin haber aplicado previamente ningún tipo de experiencia para observar si los cambios introducidos solucionaban o agravaban los problemas del sistema. Me centro en la educación como podría hablar de transporte urbano, el sistema de venta de medicamentos o la gestión de nuestra red de parques nacionales.
Es posible que si alguien tiene un cierto número de lecturas sobre el tema, La urna rota pueda saber a poco. Pero para los ciudadanos sin demasiadas lecturas sobre el tema, a la busca de causas y soluciones más allá de cuatro recetas generales, aquí hay un arsenal de análisis y propuestas nada condescendientes expuesto con clarividencia. Aunque solo sea por eso, La urna rota ya merece la pena.
La urna rota (Debate, Colección Sociedad, 2014)
Rústica. 288 pp. 15.90 €
Ficha en La web de la editorial