La plaga de los cómics. Cuando los tebeos eran peligrosos, de David Hajdu

La plaga de los comicsComencé La plaga de los cómics esperando un recorrido por el cómic estadounidense de los años 40 y 50 y el apocalipsis para este medio que supusieron el impresentable de Fredric Wertham y La seducción del inocente. El libro en el cual el psiquiatra cargaba contra el tebeo popular, según sus “investigaciones” fuente de analfabetismo, delicuencia juvenil, perversión sexual y vista cansada (sic). Sin embargo, David Hajdu amplia el foco e inicia su magisterio con el origen del cómic en la prensa sensacionalista de finales del XIX con “Hogan’s Alley” y su protagonista, Yellow Kid. Unos primeros derroteros ineludibles para entender su evolución durante la primera mitad del siglo veinte, el entramado empresarial y creativo surgido a su alrededor y los diversos intentos por coartar su libertad de expresión. El caldo de cultivo desde el cual, a la postre, se fraguó el éxito del más conocido.

Según desarrolla Hajdu, este arte eminentemente popular padeció sucesivas andanadas desde los entornos de la alta cultura y los guardianes del buen gusto. Una serie de embates que fueron afinando el tiro y ganando empuje. El eje central de la argumentación más extendida serían unas pretendidas tasas de criminalidad disparadas entre la juventud, alentadas por el éxito de cabeceras de temática criminal que en un momento cedieron su peso a las de terror, en muchas ocasiones arrojadas en brazos de la violencia gratuita y la carnaza más burda. El combustible habitual de unos movimientos reaccionarios que continúan engrasados como si los desastres posteriores no hubieran sido bien documentados.

La plaga de los cómics expone la manipulación de unas estadísticas que en nada apuntaban a que el número de delitos fuera en aumento; asienta la mala interpretación de sucesos truculentos en los que estuvieron involucrados diferentes jóvenes; señala los intereses creados de una serie de personalidades (senadores, periodistas, religiosos, médicos…)… mientras pone en entre dicho la correspondencia entre la dudosa moralidad de unas historietas y una juventud empujada a comportamientos incívicos por su lectura. Un clima puritano que condujo a quemas de tebeos en manifestaciones donde la censura se hermanó con una mirada entre enfermiza y totalitaria. La tormenta perfecta cuyo resultado no solo se llevó por delante a los tebeos de la E.C. Toda la industria del cómic padeció los daños colaterales.

David HajduY quizás aquí está la mayor enseñanza del libro. Porque el apocalipsis artístico y económico no se debió exclusivamente a las pulsiones pacatas alentadas por políticos en busca de la primera plana para sus campañas electorales o sus especialistas nivel colaborador de Íker Jiménez. En una parte nada desdeñable fue la propia industria la que se pegó unos tiros en los pies y en los brazos a través de una pretendida autorregulación que, primero, quitó de en medio a la competencia más exitosa (la E.C.), pero sembró la ruina económica del medio coartando la fecundidad de unos autores que bien se vieron obligados a producir historias adocenadas, bien se vieron obligados a abandonar sus carreras profesionales. Una creatividad que tardaría años en volver a germinar a través de lo que permitía el Comics Code en los tebeos de superhéroes o, sobre todo, mediante el caldo de cultivo de la cultura underground.

Aparte de ese ejercicio de antropología cultural, La plaga de los cómics cabrea, frustra y alerta ante los nuevos esfuerzos de los guardianes de la mesura por imponer una visión homogénea del mundo. Quizás algunos pasajes pecan de ser prolijos en detalles. Preocupado por sustentar cada hecho relevante del relato, Hajdu despliega con todo lujo de detalles acontecimientos que, en su repetición, terminan haciéndose reiterativos (una nueva quema de tebeos; una nueva estupidez de alguien con la amplitud de miras de un tertuliano de extrema derecha). Nada que no solucione dar paso al siguiente párrafo y las nuevas facetas que aguardan en él.

La plaga de los cómics, de David Hajdu (Es Pop Ediciones, 2018)
The Ten-Cent Plague (2008)
Traducción: José María Méndez
Tapa blanda. 480pp. 23,95€
Ficha en la web de la editorial

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