El progreso tecnológico y la desaparición de las últimas fronteras impulsaron a parte de las novelas aventuras con una base histórica hacia los pagos del fantástico. La conquista del Himalaya y las expediciones polares puestas en peligro por criaturas imposibles (El terror, The Abominable); las peripecias por paisaje extraño en la Edad Media o al principio de la Edad Moderna de Juan Miguel Aguilera en clave de ciencia ficción (La locura de Dios, Rihla); la fantasía concebida como motor de grandes y pequeños acontecimientos por Tim Powers… Los ejemplos son numerosos. La mayoría basa su gancho en la escala, ya sea en la extensión del relato, el tamaño del drama, la magnitud de los sucesos con una base no realista. Cuesta más encontrar acercamientos limitados, intimistas, aproximaciones desde dimensiones más contenidas. Sin embargo, en El libro de todos los libros Ricardo Montesinos cuadra el círculo de conectar ambos extremos. Un libro que recuenta El libro de las maravillas, de Marco Polo, desde la frontera de la fantasía y una serie de artefactos metaliterarios que afianzan su sentido a la vez que resignifican una historia con ochocientos años a sus espaldas.
Montesinos yuxtapone una docena de cuentos/capítulos que relatan el viaje de Marco Polo desde su Venecia natal hasta su entrada al servicio de Kublai Kan. Cada uno se centra en un momento de ese viaje (cómo conoce a su padre después de su regreso de un primer viaje hasta oriente; su llegada a Acre para verse envuelto en uno de los habituales conflictos entre venecianos y genoveses; su supervivencia a un alud de nieve…). La gracia de esta sucesión de estampas se aviva gracias a la persona que las cuenta y enhebra: Shen Su, Guardián de la Sabiduría de la Gran Biblioteca de Quinsai, la actual Tianjin. La última ciudad del reino Song del sur que resiste los esfuerzos de Kublai Kan por conquistarla. En el primer capítulo se zambulle en la juventud de Marco Polo a partir de lo que lee en El libro de las maravillas, a su disposición en la Gran Biblioteca. Algo a priori imposible; en el momento de producirse ese asedio Marco Polo todavía no lo había escrito.
No es el único libro imposible en la Gran Biblioteca, pero esta presencia queda en segundo plano a medida que, relato a relato, giro a retruécano, El libro de todos los libros despliega una miriada de situaciones inverosímiles que acrecientan la aventura desde las lentes de la fantasía y la metaliteratura. Segmentos alimentados por rescoldos de Las mil y una noches, la obra de Italo Calvino, Joan Perucho o Julio Cortázar conectan el viaje físico con el metafísico, lo histórico con lo fantástico, la vigilia con lo onírico. Un proceso que dota de sentido al regreso a lo ya conocido para observarlo con nuevos ojos, recuperar el sabor de la aventura en un campo ya transitado.
Princesas desplazadas de su puesto por visires con aspiraciones de ser emires; bodas políticas que quiebran los sentimientos de uno de los contrayentes, obligados a participar en ellas; la iluminación bajo los ojos de una nueva religión, forma de ver el mundo… Argumentalmente Ricardo Montesinos no ofrece nada nuevo. Sin embargo, con su continua sorpresa sobre cómo se vinculan el acto de leer y el de soñar, afila la novela hasta convertirla en un magnífico exponente de lo que afirma el título. Oblicuo cuando se empieza su lectura, literal cuando se termina.
La sagacidad con la que se entrecruzan ficción y no ficción no solo afina la concepción posmoderna de El libro de todos los libros; es una magnífica oportunidad para reencontrarse con la novela de aventuras clásica. Una lectura sugerente que, además, llega en un libro de bolsillo cuidado hasta el más mínimo detalle. El diseño de la cubierta y la cubierta trasera, su maquetación exquisita, las pequeñas imágenes al comienzo de cada capítulo, la corrección del texto… Probablemente los mejores 13 euros que vas a gastar en un libro este año (da igual cuando leas esto).
El libro de todos los libros (Editorial La Magnífica, 2022)
Bolsillo. 144pp. 13€
Ficha en la web de la editorial