La sangre manda es una colección de cuatro historias breves de Stephen King publicada en 2020 muy escasa de pegada. Narrativa de ¿terror? sin mordiente, atmósfera, peso, calado, destinada a ser consumida sin hacer mella en un lector probablemente aburrido ante los pasajes de relato prescindible del pelo “un chaval le enseña a un señor mayor las bondades de un iPhone”. Literalmente, un tercio de “El teléfono del señor Harrigan”, primera pieza del libro que hace alardes del escaso recorrido de lo que está por venir. Una historia de fantasmas en la que ese joven ve cómo ese vínculo que ha creado con el jubilado permanece después de la muerte de éste. Una vez atravesadas las páginas de asesoramiento digital ante la herramienta llega lo mejor del relato. Un aprendizaje sobre el poder, sus consecuencias y el precio a pagar a través de los abusos que padece su protagonista a manos de un compañero de instituto. También, un argumento manido hasta la extenuación y muy superficial en las relaciones que se establecen y su subtexto. Demasiado guión de episodio menor de Twilight Zone que, sorprendentemente, se ha convertido en una película de Netflix de reciente estreno. Diría que incomprensible pero… es King.
En tres actos, “La vida de Chuck” King se zambulle en las historias de personas atrapadas en un mundo solipsista. Y, a su vez, le da una vuelta de tuerca a las construcciones mentales habituales en algunas de sus historias; aunque en este caso más como lugar donde vivir, no refugio o herramienta de recuerdo, y con mucho de recuento de una existencia. En cada uno de los actos se siente su talento para fijarse en pequeños momentos de una vida amenazada por algo muy grande que seguramente se lo lleve por delante. Y al final es elocuente en su manera de afirmar el drama de la muerte como final de algo más que una vida, sin consecuencias a su alrededor. Que esto pudiera haberlo logrado en 15 páginas y no en 100 como hicieron Fredric Brown, Richard Matheson o Robert Sheckley en cuentos clásicos es una cuestión dolorosa.
La pieza más extensa, “La sangre manda”, es una vuelta al universo de El visitante protagonizada por Holly Gibney. La joven que acompañaba a Bill Hodges en la trilogía de Mr. Mercedes, se enfrenta a una criatura conectada con la que vimos en la novela adaptada en 2020 por HBO. Un segundo ser con la capacidad de alterar sus rasgos físicos al que descubre detrás de un atentado con bomba en un colegio de Pennsylvania. Mientras se relaciona con los otros miembros de la agencia Finders Keepers y su familia, desenreda un ovillo que le lleva a descubrir su participación en todo tipo de acontecimientos traumáticos, como espectador y promotor.
King se toma su tiempo en revelar a la nueva criatura en una reconstrucción escasamente agraciada de El visitante. No encuentro ni su atractivo reparto de personajes ni el poderoso trabajo de recuento de un nuevo mito. Hay detalles llamativos en la construcción del argumento, como el acudir a alguien que ya había hecho el trabajo de investigación de la criatura para ahorrarnos 300 páginas de relato. Holley Gibney además exhibe una alarmante estupidez en el último tercio cuando en vez de aplicar todo lo aprendido a las órdenes de Hodges o en la cacería de la primera criatura parece olvidársele llevándola cerca del fracaso, para dar un poco de emoción. En el haber, la relación entre la criatura y esa conversión de los servicios de noticias en fuentes de morbo, con el sufrimiento ajeno como combustible. A ratos demasiado evidente, y sin mucho recorrido, pero no por ello menos elocuente. A pesar de los pesares, el texto me ha funcionado como un tiro.
Finalmente, “La rata” tiene su punto de curiosidad: es la primera historia que me encuentro donde el COVID-19 forma parte del texto. Cierto es, de manera colateral. Aderezo de ese “escritor en sequía creativa se recluye en un lugar apartado y llega a un acuerdo con una criatura para inspirarse y escribir la obra de su vida” revisto en otras ficciones. Comparte con el resto de La sangre manda el oficio en su escritura pero aquí carente de inflexiones al tratar el precio que estarías dispuesto a pagar por una ficción. Aunque esto no será óbice para verla en una película de Netflix dentro de un tiempo, como ha ocurrido con “La vida de Chuck”. Y supongo que este es el resumen general del libro: ficciones legibles, con alguna cosilla rescatable, pero inane en su mayoría. El típico material que evita a sus herederos la sorpresa de encontrar un libro de 500 páginas en la caja fuerte para ser rapiñ… editado después de su muerte.
La sangre manda, de Stephen King (Plaza y Janés, col. Éxitos, 2020)
The Institute (2010)
Trad. Carlos Milla Soler
464 pp. Tapa Dura. 23,90€
Ficha en La tercera fundación