Los invasores, olvidada coetánea de Star Trek

Los invasoresSiguiendo la línea propuesta por el que debe de ser uno de los mejores textos de esta página, creo que sería una tarea oportuna –una tarea de cariño, por decirlo con palabras de Juan Luis Guerra– ver ahora Los invasores. La serie, creada por Larry Cohen y producida por Quinn Martin, juega en el mismo equipo que películas anteriores como La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), o pelín posteriores, como La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978), o incluso Están vivos  (John Carpenter, 1988). Relatos, todos ellos, de una lenta infiltración enemiga, de una presencia que, camuflada, suplanta poco a poco la existencia modélica de las gentes con la intención de acabar con ellas, desde dentro y en silencio. Y sólo unos pocos pueden ver esa presencia donde nadie más ve nada, y pronto ven que alzar la voz para denunciarlo no sirve. Ven que hablar no basta. Que decir la verdad es en vano. Aunque, como diré más adelante, no sea este el tema más interesante de la serie.

Coetánea de la serie original de Star Trek (pero muy alejada del poderío visual de Star Trek), Los invasores está despojada de las osadías temáticas y conceptuales de Gene Roddenberry, y donde ahí había un vasto elenco de personajes carismáticos, en Los invasores vemos sólo al heroico y solitario Roy Thinnes interpretando a David Vincent, testigo de esa invasión alienígena que quiere acabar con la humanidad. Y él lo único que quiere es demostrar que lo que vio es real. Que está solo pero tiene razón.

Es un esqueleto, esta serie. Una única idea.

Pero lo interesante es que el novum es metafórico, o, mejor dicho, puramente verbal, pese a que de vez en cuando se vean, entre los episodios olvidados de esta serie eclipsada, algunos destellos de la nave de esos invasores del título, o se vea la manera en que los alienígenas fulguran siempre un segundo antes de morir en este planeta que se les va resistiendo. Pero la serie funcionaría igual y sería lo mismo si no se viera la nave, si no se vieran los rayos láser, y por tanto vale el argumento: el novum es verbal, no visual. La ciencia ficción ocurre aquí en un terreno que es puramente lingüístico, en las conexiones internas de nuestro cerebro y no en nuestras retinas. Es un fenómeno conceptual.

Idea, la del novum verbal, que me parece interesante, por otro lado, aunque como digo aquí no se cumpla siempre porque en todos los episodios hay algún leve asomo de lo que comúnmente aceptamos todos como novum. Pero si le quitásemos el sonido a la serie, si viéramos sólo las imágenes con su irresistible diseño de interiores, con su dirección artística atenta, donde cada objeto te retrotrae a un cuidado y un orden que contrastan con la ruptura existencial, indemostrable, que vive el protagonista, con todo eso visto en silencio, digo, estaríamos ante una serie de persecuciones en el oeste. De paranoia, como se le suele atribuir a este tipo de relatos.

Los InvasoresLo que tiene de ciencia ficción lo aporta la palabra, no la imagen, y en ese sentido el sentido de la maravilla, aunque atenuado, aunque templado, se da como reflexión. Algo que también ha demostrado, hace menos tiempo, Shane Carruth con sus películas. (Con las dos). Lenguaje en nuestro cerebro, rebotando entre neuronas como la bola en la máquina del millón, creando conexiones, sinergias creativas que son orígenes de ciencia ficción.

Ambientada en la Estados Unidos rural, con un aire de western y de road movie vaciado de todo menos de intención, la serie va avanzando en cápsulas de tiempo consuntivo que siempre plantean lo mismo: la eterna soledad del héroe. Y el héroe aquí no es sólo alguien que se enfrenta a sus miedos o a dioses vengativos que le impiden volver a casa, como Ulises, ni alguien que quiere vivir la vida al máximo según sus modelos, como Alonso Quijano, sino que es alguien que quiere decir la verdad y no puede y no puede porque no le dejan porque cuando dice la verdad en ese contexto hostil en el que vive las palabras le salen huecas, inefectivas. Le harán dudar de su razón, de sus sentidos, de sí mismo y de su estado mental (así como en nuestros trabajos nos hacen dudar de nuestras habilidades y de nuestra capacidad), pero él, el protagonista interpretado por Roy Thinnes, pese a todo, persevera. Ignora esa implacable maquinaria enfocada a disminuirle y sigue recto en su camino de difusión del conocimiento.

Si la vemos al alimón con Star Trek veremos que los pocos efectos especiales de Los invasores no son tan vistosos ni tiene personajes ni intérpretes con el carisma de William Shatner, Leonard Nimoy o Nichelle Nichols. Pero el encanto está en esa otra parte. No necesariamente en su cualidad de continuadora y precursora de unas películas afines, con esa metáfora, siempre tan ambigua, sobre la proliferación paulatina y secreta del enemigo, sino en esa soledad del protagonista, que es también la del árido paisaje de la Estados Unidos rural y la del periodista que quiere informar pese a los medios corruptos en los que escribe. Lo que vemos es, no sé si decirlo por lo cursi que es decirlo así, pero es el amor propio de quien quiere decir la verdad, ¿no? Si tú crees en lo que dices y crees que puedes argumentarlo bien, ve a por ello: contra toda evidencia, contra toda autoridad, habla. Es la responsabilidad de los intelectuales de la que hablaba Chomsky.

A los creadores de la serie les bastó una idea de ciencia ficción, erigida sobre un novum verbal, para hablar de la soledad (más que de la paranoia de esos relatos tradicionalmente asociados a las tensiones y a las crueles suspicacias de la Guerra Fría), para ver cómo podían hablar del tesón, de la valentía y de la soledad ante un contexto hostil (que puede ser la sociedad, un trabajo, una familia), y de lo perseguida que está la verdad cuando no es complaciente con el poder.

2 comentarios en “Los invasores, olvidada coetánea de Star Trek

  1. Excelente análisis realmente.
    Recuerdo haber visto algún episodio de esta serie cada tanto, cuando era muy chico (en Argentina la pasaban en un canal de cable dedicado a pasar series viejas) y mi padre siempre insistía en hacérmela ver.
    Mis recuerdos de niño son que me parecía una serie algo rara y oscura. No sé si mi mente infantil podía aguantar tanto pesimismo.
    Siempre me quedó esa imagen de David Vincent yendo de acá para allá y fracasando en su intento por desenmascarar a los alienígenas (un enfoque similar al de otras series como “El fugitivo” que también pasaban en ese canal) pero siempre perseverando.
    El creador de esta serie era Larry Cohen, lo cual no es poca cosa, fue un gran director y guionista.

  2. ¡Hola! Gracias por el comentario.

    Sí, David Vincent se enfrenta a una estructura de poder tan grande que siempre le supera. Pero, como dices, persevera.

    Imagino que la presencia de Star Trek en la tele le hizo un flaco favor a ‘Los invasores’.

    Un saludo,
    Mario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.