Era inevitable que tras la relevancia ganada por la fantasía heroica a finales de los 70 en las listas de ventas, las dimensiones de las novelas de space opera aumentaran en un peso similar. Esta carrera por ganar tamaño y/o dar origen a series llegó a poner en cuestión la posibilidad de reencontrarse con obras tan moderadas en su extensión y repletas de enjundia como (por citar un único autor) Nova, Babel-17 o La balada de beta-2. En los últimos años, con el auge del formato digital en EE.UU., una novela más breve ha recuperado una cierta importancia y ha contribuido a redistribuir los pesos de la narración. Levemente. Historias más de interacción entre los personajes, más “cercanas” a un paladar contemporáneo y, desde luego, más comedidas. La máxima expresión se encuentra en la serie de Matabot, de Martha Wells, que comenzara en 2017 con Sistemas críticos. Ganadora de los premios Hugo y Nebula a la mejor novela corta, y el Ignotus al mejor cuento extranjero.
Matabot es un androide con fobia social que, de manera fortuita, cuenta con libre albedrío. Y da fe que le encantaría ejercerlo a la manera de muchos de nosotros: mandar al cuerno a sus clientes, conectarse a su servicio de streaming y ponerse a ver películas y series de televisión. Sin embargo, en público no puede disfrutar de esa libertad por miedo a que se la arrebaten. En Sistemas críticos, primera entrega autoconclusiva de una serie, Matabot ha sido empleado como agente de seguridad de una expedición en un planeta inexplorado. Impuesto por la aseguradora, en las primeras páginas salva la vida de varios científicos del ataque de una criatura y padece una serie de daños de los que debe recuperarse. Esta situación, uno de los gags recurrentes, le permite a Wells plantear con eficacia el contexto y el tono de la narración. Un escenario con un peso mínimo y una interacción con los miembros de la expedición convertida en la salsa de la novela: ver la feria desde un personaje inseguro y pelín neurótico que debe mantener un perfil bajo para salvaguardar su secreto. Una opción imposible cuando la amenaza sobre todos es de muerte segura.
Los pensamientos y las acciones de Matabot son elocuentes y en función de lo bien que se conecte con ellos irá el disfrute. No hay mucho más donde rascar más allá de observar a Matabot nadar y guardar la ropa mientras se repiten sus procesos mentales, sus chascarrillos, sin demasiadas inflexiones más allá de las observadas durante el primer tercio de Sistemas críticos. Y queden al descubierto su pasado y los sinsentidos de la protección de riesgos en este universo creativo. Al menos Wells tiene tablas y acierta a tender los puentes para simpatizar con Matabot: su alegre misantropía, las tensiones laborales a las que debe hacer frente, su manera de encajarlas en una personalidad con la que termine sintiéndose satisfecho.
¿Hasta qué punto la definición de esta identidad es suficiente para contrapesar un thriller cuyos elementos son exiguos? Porque todo lo que se observa alrededor del narrador, todo lo que ha permitido llegar hasta una descripción meridiana de su personalidad, sus reflexiones humorísticas sobre lo que ocurre a su alrededor, son de una liviandad que descuadra. Ni los personajes alrededor de él, ni el misterio detrás del planeta, ni la amenaza a la que deben enfrentarse, ni la acción cuando se presenta, ni la mayor parte del humor me han ofrecido un agarre de entidad. Escaso bagaje para una space opera de alrededor de 50000 palabras que aquí nos ha llegado en forma de libro independiente a 15 euros y que retrotrae a la ciencia ficción que abundaba en las revistas de los 50. Pero más del palo Infinity o Fantastic Universe que de Galaxy o The Magazine of Fantasy and Science Fiction. Demasiado premio para tan poca chicha.
Sistemas críticos. Los diarios de Matabot 1 (Alethé, 2018)
All Systems Red (2017)
Traducción: Carla Bataller
Tapa Blanda. 150pp. 15,90 €
Ficha en La tercera fundación
Sigue siendo un misterio como es que la gente le encuentra algo interesante a la saga del Matabot, porque que cosa mas mediocre. En fin.
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