Este 2022 Minotauro ha reactivado la edición de obras originales en castellano a través del sello Laberinto. Entre los primeros volúmenes de la colección hay previstas cuatro novelas y El tercer mundo después del sol. Esta antología seleccionada por Rodrigo Bastidas Pérez supone un acercamiento a la escritura de ciencia ficción en Latinoamérica en la medida que esto resulta posible: en 250 páginas abarca la escritura en una veintena de países con más de 600 millones de personas. Esta limitación, la monumental tarea de cribado, es uno de los puntales del libro. A través de sus elecciones, Bastidas Pérez afianza las ideas enunciadas en su introducción, una serie de concomitancias que no constriñen la variedad del repertorio. El tercer mundo después del sol expone un panorama rico que invita a ampliarse en una exploración ya personal, bien de los escritores aquí presentados, bien de otros de sus países de origen.
Entre esas ideas compartidas destaca la elegida para abrir el libro. A diferencia de una ciencia ficción surgida de la fusión entre ilustración y romanticismo, en la cual la imaginación estuviera sostenida siempre sobre la idea de la ciencia alumbrada durante la modernidad, por diversos motivos expuestos por Bastidas Pérez, en la mayor parte de Latinoamérica existe una necesidad de conectarla con una serie de rasgos culturales cercenados durante la colonización hasta el punto de borrarlos casi por completo. Esta presencia de los pobladores previos a la llegada de los invasores de la península ibérica, sus religiones perdidas, los seres mitológicos de sus culturas y una magia enfrentada a los “alienígenas” del otro lado del océano es el sustrato de “La conquista mágica de América”, de Jorge Baradit. Una ucronía fantástica en la cual las fuerzas vivas sobrenaturales del Nuevo Continente plantan cara a los agentes místicos de dominación llegados desde Castilla. Esta variación del relato de sometimiento y exterminio funciona muy bien mientras ejerce su capacidad de asombro, en el fondo y en una forma donde se hace muy presente un vocabulario novedoso para mi, con la tradición ejerciendo el papel de la novedad, el impacto, el asombro. También pierde un poco de fuelle en las últimas páginas, agotada su sorpresa.
A vueltas con las culturas erradicadas
Esta penetración de elementos tradicionalmente vinculados a la fantasía, en comunión a otros de ciencia ficción (esa historia alternativa, la proyección futura, la presencia de tecnología futura…) se deja sentir en otras historias. Teresa P. Mira de Echeverría utiliza antiguos saberes perdidos para propiciar el viaje espacial en “Les Pi’yemnautas”. El lenguaje inclusivo con el que se relata conecta este viaje exterior con otro interior en el cual la exploración de la inmensidad del espacio ahonda cuestiones referentes a la sexualidad y el género (y su aceptación). No puedo decir lo mismo de “Other Voices”, de Giovanna Rivero. Disfruté bastante de Tierra fresca de su tumba, especialmente de esa condición mestiza de muchos de los personajes de sus relatos, macerados en una mezcla de culturas que los condenaba a algún tipo de alienación. Aquí, sin embargo, esa característica no consigue rescatar del letargo una narración en la cual una víctima del 11S relata los extraños hechos que condujeron a la activación de unas máquinas que perdonan los pecados. De hecho la historia del emigrante detrás de todo la sume más en él.
Retomando a la línea que explora el pasado para sublimar su potencial evocador, en “Fractura” Ramiro Sanchiz hace viajar a su protagonista hasta Perú para recuperar una pérdida. Y lo sitúa en medio de una Lima inédita; una ciudad entre la actual y las ruinas de una civilización alienígena precolombina que, después de regresar a las estrellas hace siglos, está forjada con una aleación entre la fascinación retrofuturista de “El continuo Gernsback” y las maravillas incomprensibles de la Zona de Stalker. Esta construcción del escenario es importante pero también lo es la del protagonista y la justificación para su viaje. Su atracción por ese pasado salido del sueño de los antiguos astronautas se entrelaza con sus memorias de juventud y un hecho sucedido entonces. Esta mezcla se beneficia de la melancolía con la cual Sanchiz construye la narración y postula “Fractura” como uno de los relatos más subyugantes de El tercer mundo después del sol.
Ciencia ficción de las ansiedades de nuestro presente
También hay historias que remiten a pasados más recientes y traumáticos. “Constelación nostalgia” se construye sobre la sucesión de dos narraciones en paralelo. En una es fácil rastrear todos los conflictos alentados durante la guerra fría por EE.UU. y la URSS. Sus secuelas todavía se sienten a través de unos mercenarios que han cometido todo tipo de atrocidades. En la segunda se describe una tecnología ideada para manipular los recuerdos y propiciar su olvido. Ambos planos terminan imbrincándose en una espiral tensa a la cual Juan Manuel Robles saca partido. En su clímax se reúnen lo tortuoso y descorazonador de la base histórica con todo lo problemático del progreso tecnológico en un tour de force acertado hasta su elocuente última vuelta. “Constelación nostalgia”, además, entronca con las corrientes más estandarizadas de la ciencia ficción, en un camino compartido con otros cuentos.
Maielis González escribe en “Slow Motion” un alegato en favor del potencial subversivo de la ciencia ficción; su narradora, una IA, descubre su existencia después de que haya sido eliminada de los registros. Un poco manido aunque efectivo. Mientras, Laura Ponce se sumerge en el atractivo de los videojuegos y sus nuevas vertientes con “A través del Avatar”, un relato de personas que encuentran en la realidad virtual refugio y satisfacción. El giro final deja al descubierto las aristas de un proceso incompleto, siempre más complejo de lo que parecía al principio. Esta perspectiva de lo tecnológico es también la base de “Un hombre en mi cama”. Solange Rodríguez Pappe nos sumerge en la fascinación de una mujer por las fotografías de durmientes y cómo participa en un grupo que, desde diversos lugares del globo, utilizan una plataforma para sincronizar sus horas de sueño y compartirlas. La descripción de esta faceta de su vida se intercala con otros pasajes más mundanos. Rodríguez Pappe entremezcla la necesidad de conectar con otras personas y las cualidades reparadoras de esta afición con cuestiones más problemáticas como su condición de refugio/escape. Me ha gustado particularmente el final, un desenlace consistente con su protagonista al ciento por ciento.
Postapocalípticos, proyecciones de futuro, estados alterados de la conciencia…
Fiel a estos tiempos, lo postapocalíptico también se pone de manifiesto en El tercer mundo después del sol a través de “Khatakali”, de Elaine Vilar Madruga. Su inicio puede interpretarse como una historia de fantasía, sin embargo página a página desnuda su corazón de ciencia ficción, ya sea en un futuro lejano o en otro planeta. Esta ambigüedad en el escenario no lo es en los temas tratados: las relaciones de poder, los desequilibrios sociales, la tensión entre superstición y ciencia, afilan un drama tremendamente humano. Después de leerlo me han entrado ganas de acercarme a los cuentos de Fragmentos de la tierra rota.
Inevitablemente, hay relatos menos logrados. “El gran experimento”, de Alberto Chimal, es una exploración del presente a modo de prospección futura escrita a la manera de una lista de sucesos brevemente descritos. Es incisivo en sus ideas pero, también, al estar plasmado como si fuera la entrada de un almanaque histórico se me ha hecho muy distante. “La sincronía del tacto”, de Gabriel Damián Miraverde abunda en otras formas de compartir, entrar en comunión, esta vez no desde la tecnología sino a través de una flor, con un discurso formal y de fondo menos atractivo que los logrados por Rodríguez Pappe o Laura Ponce.
Supongo que cada uno tendrá sus favoritos. El hecho es que, como decía al principio, El tercer mundo después del sol conforma una buena piedra de toque para acercarse a la ciencia ficción que se escribe actualmente en Latinoamérica y cuyo único debe es, quizás, una mayor representación de países. Hay varios con una presencia mayor (México, Argentina, Cuba), mientras que algunos, especialmente de centroamérica, han quedado fuera. ¿Una oportunidad para un segundo volumen?
El tercer mundo después del sol (Minotauro, 2022)
Publicado originalmente en 2021
Rústica. 256pp. 16,95 €
Ficha en La tercera fundación
Por lo que cuentas, intuyo una inclinación hacia la fantasía. Quizás el influjo del realismo mágico sea difícil de esquivar. Permea gran parte de la literatura latinoamericana.
En tres o cuatro relatos la base de fantasía / historia de espanto se sale de las coordenadas de lo que aceptarías como ciencia ficción. El resto, la mayoría de cuentos, no tensan esa base de especulación sustentada sobre fenómenos plausibles. Se desenvuelven dentro de los códigos aceptados en la cf canónica tal y como la entendemos en EE.UU., Reino Unido o España.