Hay quien, como Irene Vallejo, sostiene que se publica y se lee más que nunca. No cabe duda de que la oferta editorial es enorme y que la lectura se ha hecho más accesible que nunca. A pesar de todo esto a muchos nos resulta cada vez más difícil encontrar una historia lo suficientemente novedosa como para que nos atrape si no viene acompañada de algo más, como de unos buenos personajes o de una prosa lo suficientemente seductora. En mi caso, posiblemente se deba a un exceso de lecturas, así que cuando uno ve comentarios tan entusiastas como los que aparecen en la web de Insólita, la editorial que publica Sabio idiota, no puede evitar hacerse ilusiones. A estos elogios hay que añadir además otros igual de magnánimos de los blogs más conocidos dedicados al género fantástico. Y me vuelven a surgir las dudas sobre la validez de mis apreciaciones, sobre mi buen juicio a la hora de valorar un libro. El caso es que estaría de acuerdo con casi todo lo que se dice si no estuviéramos hablando de un libro dirigido a un público adulto.
Este exceso de superlativos y de términos tirando a hiperbólicos como «magistral», «imaginación desbordante», «pluma afilada»…, lo cierto es que no le hacen un gran favor al libro que no es más que una sencilla y entretenida novela de aventuras juvenil. ¡Qué dirán ante libros como La bomba número seis y otros relatos, de Paolo Bacigalupi o Hyperion, de Dan Simmons, por no hablar de Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro o de La carretera, de Cormac McCarthy habiendo agotado todos los adjetivos! La mayoría de esos aspectos fabulosos que se dice que Sabio idiota toca con maestría, desde mi punto de vista no sirven más que de envoltorio de una aventura entretenida y no creo que tengan otra razón de ser que la ornamental. Hay un poco de matemáticas, que funciona como un «Macguffin» y poco más. La injusticia social está presente pero de ahí a decir que hay una trama política existe un abismo. Se habla de «steampunk», de ucronía e incluso de ciencia ficción hard, vamos, muchas más etiquetas que la enjundia que pueda tener el libro.
Admito que Sabio idiota es un libro trepidante y que Ricardo Montesinos escribe con corrección y claridad pero desde la perspectiva de un lector adulto preferiría que se dejaran algunos elementos narrativos abiertos a la imaginación, que mi mente tuviera que trabajar un poco y que no todo estuviera tan claro y definido. Gran parte de los problemas de Sabio idiota provienen de que consiste en una acumulación de tópicos empezando por el manido recurso de asignar nombres de procedencia alemana a sus protagonistas. Todo resulta impostado, desde sus rimbombantes nombres hasta el modo en que hablan los personajes por no mencionar el hecho de que nos encontramos exclamaciones como ¡Mein Absolut! o términos como Herr, Fräulein o jawohl en mitad de los diálogos cuando el narrador parece conocer a la perfección el castellano. Lo que no se puede negar es que la trama resulta vertiginosa: los personajes se pasan huyendo de un enemigo a otro, corren, les disparan, les apuñalan y apenas hay un momento para la reflexión. Tampoco es que haya mucho sobre lo que reflexionar. Las intrigas se suceden, así como las traiciones, pero todo me parece haberlo visto ya antes y no una sola vez. Tengo incluso la sensación de haber estado antes en ese mundo decimonónico dominado por la Compañía que imagina Montesinos.
Los cuatro relatos que componen el libro están ambientados en un mismo mundo alternativo que parece estar a punto de estallar por los conflictos de clase y la lucha de poder entre diferentes facciones, un mundo en el que existen ordenadores mecánicos que funcionan con tarjetas perforadas anticipándose a la historia que conocemos. Algunos de los relatos comparten incluso personajes pero las historias que se cuentan son independientes entre sí. Y aquí topamos con una nueva pega: todos concluyen de una manera tan brusca que parecen inacabados. No se me ocurre la razón de este proceder, puede que a Montesinos no se le ocurriera una mejor manera de concluirlos o puede que tenga en perspectiva situar más historias en ese mundo.
Siento tener que ser una vez más una voz discrepante en este mundillo de opiniones a veces demasiado concordantes. Me gustaría haber podido participar del entusiasmo de otros, ver la misma profundidad en la trama y que los personajes me hubieran parecido más tangibles y menos novelescos a como los he percibido. Otra vez será, quizás estoy equivocado y el problema esté en mí, puede que los años me hayan hecho ser incapaz de ver el mundo con la mirada de un joven desprejuiciado. En cualquier caso, le deseo lo mejor a Ricardo Montesinos, cuya escritura apunta buenas maneras pero al que animo a encontrar su propia voz.
Sabio idiota, de Ricardo Montesinos
Insólita Editorial, 2021.
Rústica con solapas. 192 pp. 15,95€
Ficha en la web de la editorial
¿Sabéis por qué me gusta este sitio? Pues por reseñas como esta. Sin pelos en la lengua y sin casarse con nadie. Y ojo, como haya edición electrónica, lo compraré y lo leeré, pero sabiendo lo que tengo entre los bits.