Los arácnidos, de Félix J. Palma

Los arácnidos

Los arácnidos

Entre los autores de los últimos años que han cultivado la literatura fantástica y han publicado en colecciones y revistas de género, hay uno que, a pesar de la calidad media de su obra, ha permanecido arrinconado en un triste segundo plano alejado de la atención del aficionado. Quizá porque se ha dedicado casi por completo a la creación de relatos y estos son obviados sistemáticamente por la mayoría de los lectores a la hora de seleccionar o alabar sus lecturas; quizá porque sus novelas no han aparecido en editoriales afines; quizá porque su enfoque del fantástico ha derivado hacia una perspectiva alejada de los cánones que estamos habituados a consumir. Su nombre es Félix J. Palma y Los arácnidos su más reciente colección de relatos. Un excelente vehículo para comprobar hasta qué punto es injusta esta realidad.

El calificativo que mejor se ajusta a esta recopilación es idiosincrásico. En Los arácnidos se observan con claridad meridiana las señas de identidad que Palma ha mantenido durante los últimos años, en los que ha compuesto un universo narrativo atractivo, tan genuino como coherente. Una serie de narraciones enclavadas en nuestra España actual en las que individuos de clase media con una vida “normal” deciden, tras un hecho a priori casual, romper de alguna forma su anodina rutina diaria. Un conjunto de estampas cotidianas en las que el azar, los deseos no consumados, la envidia, la avaricia,… consuman, a priori, nimias catástrofes personales de insospechadas consecuencias. Y, a veces, en este contexto, se cuela un levísimo aire fantástico que potencia determinados aspectos de la narración.

Lo mejor para apreciar estas señas de identidad es observar uno de los relatos. Voy a centrarme en el que abre Los arácnidos: “Confusión macabra”. Su protagonista es Eliseo Barroso, un padre de familia gris y adocenado que cada mañana se encierra en el cuarto de baño para leer un desgastado recorte de prensa. Tres años atrás su anciana madre recién fallecida fue confundida con otra paciente del hospital donde estaba ingresada, que terminó en su cama, con el resultado de que la familia de ésta última no realizó ningún reconocimiento del cadáver, la lloró en el tanatorio y la incineró sin saber que ella seguía viva en otra habitación. Una vez revelado el entuerto, tras la correspondiente denuncia al hospital y la fugaz presencia en los medios de comunicación, todo parecía olvidarse. Sin embargo, Eliseo se ofuscó con la casualidad y empezó a buscar una razón última que explicase el embrollo. Y la encontró en la persona de Laura Cerviño, la hija de la mujer que se dio por muerta, a la que ha convertido en su obsesión permanente. Un amor imposible que un día decide hacer realidad a través de una llamada, paso en principio minúsculo que terminará alterando por completo su vida, la de Laura y la de sus respectivas familias.

“Confusión macabra” es un tour de force alejado de lo que solemos etiquetar como tal. Una historia que avanza a base de giros, vueltas de tuerca, extendiendo una espiral creciente que conduce a una conclusión casi apoteósica. Una cúspide que nada tiene que ver con la acción desenfrenada o las revelaciones extemporáneas, y sí mucho con los rasgos que enumeraba anteriormente, como la mezcla de caos y fortuna que modela nuestra existencia o las complejas relaciones que mantenemos con nuestras parejas, familias, compañeros de trabajo,… Ideas que quedan convenientemente expuestos mediante las vicisitudes que atraviesa el malhadado Eliseo Barroso en la búsqueda de sus deseos más íntimos.

También se hace interesante analizar “Los arácnidos”, segundo cuento de la colección y el primero en el que se vislumbra un ingrediente fantástico. La crisis de un adonis hedonista que los fines de semana a intimar con mujeres jóvenes para, cuando ha creado la suficiente confianza, llevarlas de visita a casa de su abuela donde son asesinadas. El elemento sobrenatural aparece, como acostumbra a ocurrir en Palma, desde la sugerencia; sin decirse de forma fehaciente, la vivienda se insinúa como una especie de tela de araña tejida por la abuela, una suerte arácnico que necesita que su joven rapaz le lleve periódicamente sangre para completar algún tipo de ritual. No obstante el paso del tiempo, el hastío, la búsqueda de libertad, desencadenan en el protagonista un cansancio de su modus vivendi, que toma una decisión que ya tomaron sin éxito sus familiares en el pasado: hacerse con la fortuna de la familia, almacenada en lo más profundo de la casa.

Aunque el azar ha desaparecido casi por completo del argumento, otra vez un personaje prisionero inmerso en una vida insatisfactoria que hace lo que está en su mano para cambiarla; con el aditamento de ver el conjunto imbuido en una atmósfera fantástica con un intenso poder metafórico. La identificación de la abuela y su hogar con una araña y su tela, la opresión que siente el protagonista, la necesidad de acudir a ella periódicamente,… ligan el desarrollo de “Los arácnidos” con el peso de las relaciones familiares, unos hábitos que mantenemos a puro golpe de rutina, pero también, por ejemplo, con el estado del personaje, atrapado en una vida que detesta y sin posibilidad de escapatoria.

Estas pautas y otras, como el pesimismo latente en la mayoría de las historias o la sutil ironía que irrumpe cuando menos te lo esperas, se observan en los ocho relatos que conforman Los arácnidos. Y realmente se hace difícil decantarse entre los ya comentados o la ruin cadena causa efecto que lleva a la ruina personal al protagonista de “Los paraísos perdidos”. O la divertidísima historia negra de “Morir en tu bañera y otras lamentables casualidades”. O el ingenio surrealista que inspira “Los desprendidos”, una comedia tan extraña como tronchante. O…

No quería cerrar el comentario sin apuntar el soberbio uso del lenguaje que despliega Palma, con un vocabulario rico y variado, unas estructuras gramaticales complejas para nada exentas de fluidez y un tono narrativo diferenciado que va de la mano de la historia que va a desarrollar. Un cúmulo de características que unidos a la pulcritud y el esmero que se toma en la redacción de cada relato conduce a una de las mejores colecciones de cuentos que se ha publicado en los últimos años, sin distinción de géneros o nacionalidad de su autor.

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