Todos los pájaros del cielo, de Charlie Jane Anders

Todos los pájaros del cieloCharlie Jane Anders consiguió con su primera novela, Todos los pájaros del cielo, hacerse con dos de los premios literarios de género más importantes el mundo: Locus y Nebula. La historia, que va desgranando la relación de sus protagonistas —una bruja y un científico— desde la infancia hasta la edad adulta, parte de una premisa arriesgada, porque se mueve a caballo entre dos géneros —ciencia ficción y fantasía— en principio antagónicos, a pesar de esa frase de eslogan, “la ciencia y la magia pueden ser las dos caras de una misma moneda”, que reza la contraportada del libro. Y aunque el resultado, en mi opinión, esté más cerca del cuento de hadas que de ninguna otra cosa (por mucho que haya entre sus páginas inteligencias artificiales, tablets hiperevolucionadas y máquinas generadoras de agujero de gusano), el experimento es un éxito debido sobre todo al carisma de sus personajes, el ritmo ágil y una cierta socarronería que parece impregnarlo todo, como si Anders, en el fondo, no esperara que el lector se tomara su obra completamente en serio.

La novela arranca con la presentación de dos niños, Patricia y Laurence, que tienen muchas cosas en común: ambos están inadaptados en el colegio, son incomprendidos por sus familias y tienen capacidades extraordinarias: ella puede hablar con los animales y él consigue construir una máquina del tiempo que le permite viajar dos segundos hacia el futuro. Entre ambos no tarda en surgir una bonita amistad (y soy consciente de lo desgastado que suena ese adjetivo, “bonita”, para calificar una amistad, pero la relación de camaradería que mantienen los dos es realmente cautivadora) que se mantendrá con sus más, sus menos y sus paréntesis, a lo largo de sus vidas.

Uno de los aspectos más interesantes de la pluma de Anders es la manera en la que el estilo narrativo parece evolucionar en la misma medida en la que lo hacen sus personajes. Y así, mientras que la primera parte de la obra —la que se corresponde con la infancia de los protagonistas— presenta un escritura sencilla, intencionadamente ingenua, que recuerda a la literatura juvenil, el texto parece ir madurando a la vez que los propios Laurence y Patricia. Y, pese a que Anders no abandona en ningún momento ese estilo fresco y directo que parece ser su marca personal y se manifiesta especialmente bien en los diálogos (el mérito aquí también es atribuible a la traductora, Natalia Cervera, por la naturalidad desenfadada con la que se expresan los personajes), la narración se va tornando, a medida que avanza, ligeramente más sutil, más sofisticada, e incluso secundarios que en el momento de su presentación se dibujaron de manera un tanto tosca (el caso más evidente es el de Roberta, la hermana de Patricia, cuya introducción, como de villano de cuento infantil, resulta demasiado obvia al principio, una especie de hermanastra de la Cenicienta cuyo único objetivo en la historia pareciera ser resaltar la bondad de la protagonista), verán sus aristas ligeramente matizadas más adelante, como si el narrador omnisciente, de forma paralela a los personajes de los que nos habla, fuera alcanzando nuevos niveles de sofisticación que le permitieran procesar detalles que anteriormente le habían pasado inadvertidos.

Charlie Jane AndersAunque la novela es disfrutable de principio a fin, es en sus dos primeros tercios donde Anders es capaz de dar lo mejor que sí. O, dicho de otra manera, la autora me parece mucho más convincente cuando aborda pequeñas historias y conflictos personales (algo en la primera parte del libro me recuerda irresistiblemente a la maravillosa Entre extraños, de Jo Walton, por su manera delicada de describir la vulnerabilidad de la infancia y la adolescencia y por el amor que transmite hacia obras clásicas de ciencia ficción) que cuando —sin entrar en detalles que revelen demasiado sobre el argumento— la trama comienza a hacerse más ambiciosa y a trascender lo individual. Todo el oficio del que Anders hace gala cuando trata el ciberbullying, las inseguridades personales, los complejos o los problemas de comunicación entre padres e hijos no acaba de funcionar igual de bien cuando pone sobre el tapete cuestiones más ambiciosas: enfrentamientos épicos, el destino de la raza humana, amenazas planetarias.

No se trata de algo que lastre enormemente la novela, de todas formas. El derroche de ingenio que Anders despliega a lo largo de toda la historia, un puñado de personajes inolvidables (los protagonistas, por supuesto, pero también C@MB1@M3—su peso en el conjunto del libro me sabe a poco— o ese asesino maravilloso llamado Teodolphus Rose) y su habilidad para salpimentar el texto con detalles plagados de sentido del humor compensa con creces las carencias que la autora pudiera tener en otros ámbitos. Muy entretenida y disfrutable.

Todos los pájaros del cielo, de Charlie Jane Anders (All The Birds In The Sky, 2016) 
Insólita Editorial, 2018. Traducción de Natalia Cervera
Rústica con solapas. 384 pp. 22,95€
Ficha en la web de la editorial

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