Synners, de Pat Cadigan

SynnersPara el lector en español Pat Cadigan es más conocida por el sobrenombre de “La Reina del cyberpunk” (el propio Neil Gaiman se refiere a ella así en la introducción, destacando lo curioso que resulta que siempre haya Reinas y Grandes Damas de un género y nunca Reyes, y si no que se lo pregunten a Patricia Highsmith o a nuestra Elia Barceló) leído mil y una veces en artículos al respecto que por cualquiera de sus obras. Entre otras cosas, porque apenas hay traducciones al castellano: una antología publicada en Argentina, varios relatos diseminados en revistas y, por supuesto, su aparición en la famosísima antología Mirrorshades, siendo la única mujer entre los Cyberpunkis Originales. Claro que esa antología no sería publicada en castellano hasta 1998, cuando su producción comenzaba a decaer después de haber ganado dos veces el Arthur C. Clarke a principios de la década de los 90 del siglo pasado. Incluso hoy en día, en un panorama en el que las nuevas autoras han tomado al asalto el género y se reparten los grandes premios, y algunas ilustres olvidadas como Margaret Atwood consiguen por fin el prestigio y la atención que merecen, parece poco probable que se recuperen sus obras. Como muchos otros nombres, Cadigan parece condenada a seguir siendo conocida solo por el dichoso mantra que abre estas líneas.

A pesar de ello su segunda novela, Synners, forma parte de la colección SF Masterworks de Gollancz, dedicada a reeditar los “clásicos básicos” del género. Gracias a una oferta de ebook pude hacerme con el libro en una de esas compras compulsivas que se queda guardada en un disco duro hasta que decides que ya va siendo hora de pagar tus deudas y separarte, aunque solo sea un instante, de la riada de novedades y prometidas revoluciones que terminan dejándolo todo igual de cada año. Y, como les sucede a muchas novelas de futuro cercano, encontré una novela que es difícil de entender fuera de su contexto pero que al tiempo no deja de ser perfectamente adaptable a la actualidad. Si algo es cierto de los autores de hace 30 años (sí, el cyberpunk tiene ya 30 años y los nacidos en 1990 están a punto de cumplirlos) es que podrían haber escrito esto hoy en día apenas con algunos cambios cosméticos. El reaganismo-thatcherismo no es tan distinto del trumpismo-brexitiano en el que nos ha tocado vivir, solo que antes los punks eran los que contestaban al sistema y ahora es el sistema el que se ha vuelto punki.

Como digo, si uno se queda en la cosmética diría que Synners ha envejecido francamente mal. En un tiempo de redes inalámbricas la aparición de interfaces directas ordenador-humano podría parecer algo obsoleto, si no fuera por investigaciones del DARPA o empresas fundadas por el propio Elon Musk que andan trabajando ellos. Y es que ese invento es el que desencadena el argumento de la novela, aunque algo tarde.

Synners es de esos libros que usa el sistema de arrojarte al fondo de una piscina por el lado hondo y ya veremos si nadas. Un recurso muy propio de la ciencia ficción que puede resultar extenuante para el lector, en especial si, como es el caso, el desfile de personajes, situaciones y tecnojerga se hace pesado hasta casi la página 140. Porque Synners resulta casi posmoderna en su ejecución. Es una novela coral, con muchos personajes e historias cruzadas que necesitan un cierto tiempo para asentarse. Poco a poco se va desvelando el argumento, que parece sacado de una clase básica de cyberpunk: gran corporación compra a empresa pequeña una nueva tecnología que puede producir grandes cambios y grandes desastres. Lo que sucedió a continuación te sorprenderá.

Pat CadiganEn ese sentido Synners sufre un poco de lo que llamo el efecto Woody Allen. Los chistes de Woody Allen han sido tan homenajeados y copiados que cuando uno ve por primera vez sus películas siente que ya son manidas. A Synners le pasa un poco lo mismo cuando habla de las películas generadas con los interfaces neurales. Suena bastante a Días extraños, la película de Kathryn Bigelow estrenada 4 años después, en 1995. Aquí no hay mercado negro, al contrario. La tecnología de interfaces neurales se presenta como la última moda y como última moda se dedica a… rodar videoclips. Supongo que lo más obsoleto del libro es pensar que la MTV seguiría siendo sinónimo de cool y transgresor en el futuro.

Y es que los protas del libro que no son hackers tienen como ocupación crear contenido para la industria del entretenimiento. De hecho hasta se mencionan estrellas dedicadas a grabar su increíble vida que hacen sentir vacío y miserable al espectador que las contempla, embelesado. El blurb perfecto sería “la novela que predijo a los youtubers”. Lo que desencadena la trama es, de hecho, una interfaz que permite sumergirte aún más en los vídeos que contemplas, sintiéndolos a nuevos niveles. Una humanidad conectada en una nueva vida más allá del carnoespacio, el típico sueño cyberpunk que, cómo no, devenirá en pesadilla. Y hasta ahí puedo leer.

Synners es una novela más “interesante” que realmente “buena”. Aunque deja buen poso también provoca esa especie de ruido blanco en el recuerdo de las novelas que no tienen un personaje especialmente carismático ni un argumento tan novedoso que se te clava en la memoria. Como en muchas narraciones de ciencia ficción, te quedas antes con la cacharrería, el ambiente general y algún que otro fogonazo de intuición sobre nuestro mundo y lo que viene que hace que los yonquis de esto sigamos leyendo libro tras libro, buscando tenues faros que nos guíen en la niebla de la vida actual. Quizá porque viene de una época en la que cyberpunk significaba algo más que neones y música synthwave. Su retrato del laberinto urbano, aunque excesivo, sigue resonando. Especialmente en un momento en el que lo creativo y lo corporativo se han convertido en un todo indivisible y las startups se nos venden como un lavado de cara del capitalismo actual, Synners nos muestra un poco lo que sucede cuando esto pasa de verdad. Quizá la etiqueta de “masterwork” de la ciencia ficción le quede un poco grande, pero sin duda es una novela que, como tantas otras de su subgénero, se ha visto eclipsada por un maremágnum de novedades que ofrecen lo mismo y con menos mala leche. Supongo que si Pat Cadigan hubiera nacido 20 años después hoy sería mucho más celebrada y probablemente no habría tenido que derivar su carrera hacia las franquicias. Pero, quizá como se adivina un poco entre líneas en esta novela, uno puede ser punk toda su vida por dentro pero la sociedad no va a dejar que eso sirva para ganarse la vida.

Synners, de Pat Cadigan
Gollancz, 2012 (publicada originalmente en 1991)
496 págs. Bolsillo. $14,95

4 comentarios en “Synners, de Pat Cadigan

  1. Pues sí, yo creo que el semiabandono de Pat Cadigan en España responde a la poca atención que se prestó a otros cyberpunkies considerados aquí (equivocadamente) de segunda fila. Kadrey, Jeter, Shiner… Todos con obras de relevancia.

  2. Hola, chavalada:

    https://tinyurl.com/3zrepwfk

    (Eso es un enlace a la página del demoni, para algunos).

    Me vais a perdonar la intervención algo senil/perezosa pero es que me llama mucho la atención hasta qué punto el c-punk ha penetrado en la psique colectiva (en lo estético al menos; lo vemos todos los días por todas partes, como bien dice la reseña), que prácticamente hay más de estos libros para colorear que obras de “literatura fantástica de cableado intenso” (por hacer referencia a lo que se comenta aquí de los cables y demás).

    Al hilo de los cables (jajaja) lo mismo podría decirse de The Fortunate Fall (de Raphael Carter), obra “tardía” del c-punk, con mucho cable en la nuca y mucho “rojismo”, que bien merece una publicación.

    La loca o el loco que se lance a editar puro ciberpunk, desde los clásicos (incluidas todas esas novelas guapas de la Cadigan) hasta las múltiples reencarnaciones del fenómeno podría “forrarse” si logra dar con la combinación de teclas perfecta: producto resultón (portadas guapas; aunque/que sean generadas con IA) y buen hacer editorial (selección de títulos con sentido, que incluya clásicos, post-c-punk y cosas en los aledaños, como por ejemplo los tropecientos productos en torno al vídeo juego Cyberpunk 2777, sin olvidarnos de los libros para colorear, las tesis sobre la cuestión y si hace falta unos cuantos libros de recetas [si no existen, se inventan]).

    Aunque para forrarse la verdad lo mejor se hace una youtuber y hace ruidos (ciberpunk) con la boca para ‘dormir’ al personal.

    Ahí lo dejo (idea de bombero manida y relamida).
    ((mike drop))

    (No sé que pensará Vincent Omniaveritas de todo esto, pero seguro que algo interesante).

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