Comenzó como un cuento de hadas. Hace un par de años Patrick Rothfuss era un tipo sin grandes ambiciones, que alternaba varios trabajos en la Universidad y en su comunidad para ir ganándose la vida lo mejor que podía. Pero resulta que en sus ratos libres escribía una historia de fantasía con la esperanza de que algún día pudiera ver la luz. Un día su libro cayó en manos de un avispado editor que en poco tiempo la convirtió en una de las novelas revelación en el género del 2007. Bueno, en realidad sólo se vio publicada una parte de la obra, porque durante los nueve años que duró su escritura consiguió sacar material para tres voluminosas novelas. El planteamiento no es el de una trilogía al uso sino, más bien, el de una historia muy larga que debe ser dividida para que la edición sea manejable.
¿Y qué es lo que ha hecho Patrick para levantar tanto revuelo en el género? Algo similar a lo que ocurrió el año anterior con Scott Lynch, otro joven autor de repentino éxito: nacer una novela de género divertida y fresca sin reinventar la rueda pero alejándose de los lugares comunes. Porque en The Name Of The Wind encontraremos casi todos los tópicos de la fantasía épica como un protagonista imberbe al que se le da todo increíblemente bien excepto las chicas, una escuela de magia para jovencitos o una raza maligna y misteriosa. Sin embargo el enfoque realista con el que se introducen estos elementos hace que la historia diste mucho de ser tópica.
La novela comienza mostrándonos a Kvothe, el héroe protagonista, ya maduro y retirado de su vida de aventurero. Se hace pasar por un simple tabernero mientras pasa sus días sin mayores contratiempos que alguna que otra pelea de borrachos. Pero tras una serie de aciagos acontecimientos, el subterfugio de Kvothe queda al descubierto y acaba comprometiéndose con un historiador itinerante a narrarle sus aventuras para que pueda escribir su biografía. A partir de aquí el autor pasa el mando de la narración a Kvothe para que cuente su historia en primera persona, sólo volveremos al presente durante breves interludios repartidos por la obra. El primer libro de la trilogía The King-killer Chronicle –“La Crónica del Asesino de Reyes” sería su traducción literal–recoge el primero de los tres días de narración que el protagonista prevé necesarios para completar el relato. Abarca desde los orígenes de Kvothe junto a su familia en una caravana de artistas ambulantes, sus primeras lecciones de magia junto a un maestro que descubre su talento innato, hasta los primeros años de instrucción en la Universidad de Magia, durante los cuales forjará amistades, enemistades y algún que otro romance.
Kvothe es un joven de extraordinario talento e ingenio, prácticamente no hay tarea que se le dé mal, bien sea interpretar poemas épicos o aprender los fundamentos de la magia. Pero no por ello deja de ser vulnerable y falible. Durante su vida debe enfrentarse a la tragedia, la pobreza y la humillación, como cualquier persona de clase baja en un mundo medieval, y cuando comienza a aprovechar sus heroicas habilidades, su orgullo le propina más de un revés. No estamos ante un trasunto de Harry Potter, al que prácticamente se lo den todo hecho, su fama de héroe se la gana con sangre y sudor.
Además, el protagonista se enfrenta a los problemas propios de su situación. No lo veremos salvando el mundo de poderosos villanos mientras los adultos le dan unas palmaditas en la espalda, bastante tendrá con buscar dinero para pagarse la Universidad, exprimir todo su ingenio para contentar a crueles profesores o librar su guerra particular contra un estudiante de alta cuna. Su afilado ingenio, su extraordinaria capacidad de aprendizaje y cierta facilidad para meterse en líos harán que poco a poco vaya forjándose su reputación de héroe.
El entorno en el que desarrolla la acción es igualmente duro y creíble dentro del contexto imaginario en el que está encuadrado. No alcanza la crudeza de títulos más adultos como Geralt de Rivia, pero el mundo medieval que presenta dista de estar idealizado. La magia está concebida como un poder que exige un profundo conocimiento por parte del hechicero, así como un respeto al equilibrio de las fuerzas de la naturaleza, un tratamiento similar al de la saga de Terramar y que ayuda a reforzar la sensación de realismo.
Como suele ser habitual en el género, nos encontramos con un título voluminoso, pero fácil de leer. Se podría haber contado lo mismo en muchas menos páginas, e incluso se le puede criticar cierta dispersión en el argumento, como el aparentemente innecesario arco final. Pero esto es lo de menos. Patrick dota a la novela de un ritmo constante utilizando un estilo directo y dosificando los sucesos importantes de forma estudiada, consiguiendo que el lector nunca pierda el interés. Al estar la historia centrada en la vida del protagonista, consigue una caracterización rica en matices y un desarrollo coherente con todo lo que le acontece. A partir de la entrada de Kvothe en la Universidad, la novela empieza a ramificarse con nuevos personajes y tramas. Habrá que esperar a su continuación para comprobar si es verdaderamente diestro manejándolas y cerrándolas, ya que la mayoría quedan abiertas al final de la novela.
En conclusión nos encontramos con una novela muy recomendable para los aficionados a la fantasía ligera, a aquellos libros de los que es difícil despegarse porque ansiamos conocer qué le deparará al protagonista en las siguientes páginas, pero que además exigen un mayor cuidado en la construcción de sus personajes y en la coherencia interna de lo que cuenta. Aunque cada vez la fantasía cuida más estos aspectos, siguen siendo pocos los títulos que nos llegan de esta calidad. Afortunadamente los derechos de la novela acaban de ser adquiridos por Mondadori, con lo que previsiblemente la podremos disfrutar en castellano en 2009. Para el que quiera practicar su inglés, decir que su prosa no es exigente si se goza de un buen nivel y su segunda entrega estará disponible en el próximo abril.
La novela empieza muy bien (la infancia del protagonista como Edena Ruh y luego como mendigo) pero pierde fuelle en la parte final. Aún así Rothfuss consigue que tengas interés en las andanzas del protagonista y que devores las páginas aunque no pase nada realmente épico. Ése quizás es el problema: se nos vende nada más empezar que vamos a encontrarnos con grandes hazañas -‘soy Kvothe, quizás hayas oído hablar de mí’ etc…- y cual perros de Pavlov literarios empezamos a salivar ante esos supuestos colosales acontecimientos que nos esperan, pero cuando llegan -si llegan, que faltan muchos- vemos que son muy prosaicos y faltos de esa ‘epicidad’ prometida, lo que resulta decepcionante. En resumen, entretenido pero algo sobrevalorado, aunque reconozco que Rothfuss logra que enganche bastante.
(sé que la reseña es del 2009, de hecho estoy acabando la segunda parte ahora, El temor de un hombre sabio, y me reafirmo en mi opinión).