William Gibson según Rodrigo Fresán

Mejor que te lo cuenten por encima es oírlo directamente, así que aquí está el vídeo de la entrevista de Rodrigo Fresán a William Gibson durante la Gutun Zuria de este año.

Gibson habla un inglés relativamente diáfano y se expresa con mucha lentitud, pensando cada palabra y midiendo sus expresiones como si tuviera entre sus labios un pie de rey. A poco inglés que sepan, no ofrece demasiadas complicaciones si no disponen de traducción simultánea (o, en este caso, de subtítulos en castellano).

(Nota: la conversación comienza en el minuto 24. Antes el periodista Philip Gourevitch, que no pudo llegar el día anterior por problemas en conexiones entre vuelos, relata un par de historias sobre su experiencia en Ruanda y cómo los secretos y las mentiras ayudan a sobrevivir a algo tan brutal como el genocidio).

Entre lo que trataron, Gibson afirma algo que su propia trayectoria ya deja claro; la manera en que ha mutado la idea del futuro y sus repercusiones en el campo de la ciencia ficción. Cómo hace cien años una historia ambientada en el siglo 23 captaba la atención de los lectores y cómo en la actualidad no ocurre lo mismo. Cómo el presente ha colonizado todo los espacios posibles y cómo las historias del futuro “lejano”, al menos en literatura, han quedado en su mayoría fuera del imaginario colectivo. De hecho, por este camino, Gibson llega a afirmar que nos puede resultar más sencillo imaginar cómo se van a desarrollar los próximos años que hacer un ejercicio de retrospección y pensar cómo era la vida hace dos o tres décadas, antes de cierto hecho que nos ha cambiado por completo. La manera en que el pasado se ha convertido en algo todavía más misterioso, y extraño, que ese futuro que nos aguarda como una continuación dilatada de nuestro presente.

Es algo que compruebo año tras año cuando, por ejemplo, en las asignaturas de Informática o de Tecnología toca explicar la internet de hace no ya 30 años en los tiempos de las BBS, sino de hace 12 cuando los 33Ks (o 56 Ks) eran los reyes de las conexiones a internet. Para mis alumnos se asemeja más a un ejercicio de fantasía que a uno de historia.

También es interesante descubrir el proceso creativo de Gibson. Esa recolección sistemática de pequeños bocados de realidad que florecen a su alrededor para dejarlos macerar e interaccionar y, a partir de ellos, hacer germinar una narrativa en cuyo interior aparecen esas ideas de las que después se habla. Una manera de trabajar completamente opuesta a la que solemos pensar en los autores de ciencia ficción y que puede explicar, en parte, por qué Gibson ha logrado escapar a ciertas etiquetas y por qué sus obras resultan tan difíciles de digerir para ciertos aficionados.

La ciencia ficción como herramienta surgida del presente para desnudarlo frente a los ejercicios de extrapolación futura meramente científico-tecnológicos.

El momento divertido de la noche giró alrededor de la anécdota de los escritores de ciencia ficción aupados a asesores en think tanks al otro lado del charco, algo de lo que escribió Julián Díez hace un par de años en Prospectiva, a lo que Gibson responde con un gracioso: busca un consejo más sabio, no escuches a los escritores de ciencia ficción (asumiendo que él se considera como uno de ellos).

En el debe, mi amigo Jean Mallart comentaba algunos aspectos que quedaron en el tintero. Este año, el eje de Gutun Zuria eran las mentiras y los secretos y la inmensa mayoría de las novelas de Gibson tratan justamente sobre una búsqueda para desvelar un secreto. Un hecho misterioso que se plantea al comienzo de la novela en el que, independientemente de su interés, el protagonista central es “invitado” (más o menos) a sumergirse para descubrir su origen. Apenas salió en la conversación. Y después, aunque Fresán estuvo mejor que Javier Calvo en su charla con Chuck Palahniuk, pisó lugares comunes muchas veces desde una cierta superficialidad (Kennedy, el 11S, Dick…), dejando escapar temas de mayor calado que alguien como él podría haber sacado. Pero no siempre puedes conseguir lo que quieres…

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