Hace unos meses Jot Down dedicó una de sus entrevistas río a Alejo Cuervo, un idílico ejercicio de adoración al supremo líder del vicio y la subcultura. De ella me quedé con la desagradable noticia de la no publicación de The Armageddon Rag. Una novela durante varios años en la lista de próximos lanzamientos de Gigamesh y, a la postre, el gran fracaso de ventas de George R. R. Martin. Curiosamente, cuando se publicó en EEUU en 1983, tanto le cerró las puertas de las grandes editoriales como le abrió las de la televisión; un mundo donde trabajaría a lo largo de la década siguiente y moldearía su escritura hasta la que hemos visto en Canción de Hielo y Fuego. Además, ahora que por fin la he podido leer, también puedo decir que es su novela más personal.
Situada a inicios de la década de los 80, The Armageddon Rag Martin relata el periplo por EEUU de Sandy Blair, escritor y antiguo editor de la revista The Hedgehog; el reverso contracultural de The Rolling Stone hasta que Blair fue cesado de sus funciones y derivó hacia estándares más comerciales. Bloqueado en el folio 37 de su cuarta novela y enfrentado a una fecha de entrega imposible de cumplir, Blair ha aceptado escribir un artículo para su antigua revista sobre la muerte de Jamie Lynch, el promotor detrás de The Nazgûl, un grupo ficticio primo hermano de Led Zeppelin, Black Sabbath o Deep Purple que tuvo su funesto final a comienzos de la década de los 70 cuando su cantante, Patrick Henry Hobbins, fue asesinado por un francotirador en un macrofestival celebrado a las afueras de Albuquerque. Blair llega a Maine y descubre que Lynch fue eviscerado sobre un póster de The Nazgûl el día del aniversario de la muerte Hobbins. Esta conexión con la banda lo lleva a un viaje de costa a costa para hablar con el resto de miembros, averiguar los motivos del asesinato y, de paso, encontrarse a sí mismo.
La narración tiene una trayectoria lineal: hay un único protagonista y su periplo tiene una naturaleza episódica según Blair visita personajes y encadena enigmas y revelaciones. Un viaje con dos caras. La más evidente y atractiva viene de cómo Martin erige la historia de The Nazgûl: su formación, sus álbumes, sus canciones, sus conciertos, sus miserias, las tensiones previas a su disolución… Aunque la novela es un thriller de terror contemporáneo, su talento para la construcción de mundos se respira en todo lo que los rodea. The Nazgûl son el epítome de los grupos de la época, un constructo elaborado a partir de anécdotas y vivencias de otras bandas sin que, por ello, pierdan verosimilitud.
El autor de Sueño del Fevre no se queda en detalles superficiales y llega a elaborar un repertorio y una serie de letras cruciales durante la segunda parte de la historia. Un material que enriquece el enigma central de The Armageddon Rag y es parte esencial de la narración cuando Martin utiliza este aparente atrezzo para recrear mediante el texto lo que podrían ser los conciertos de la banda. Aunque a nivel literario deja un tanto que desear con una escritura no del todo pulcra, a ratos entre poco trabajada y escasamente imaginativa, hay un aspecto meritorio en su labor: cómo utiliza las canciones, sus estribillos, la narración de lo que hace cada miembro del grupo sobre el escenario, ciertas iteraciones en el texto, para sumergir al lector en los ritmos y la catarsis de un gran concierto.
Y entre los capítulos en los que desarrolla la trama alrededor de la banda, Martin exhibe la crisis existencial de Sandy Blair. Un cínico irredento próximo a la cuarentena encerrado en una insatisfactoria relación, alejado de las amistades y proyectos que habían alimentado su vida una década atrás. Mientras indaga el presente de The Nazgûl aprovecha su viaje en coche para visitar antiguas amistades, retomar el contacto, ver qué ha sido de sus antiguos compañeros de universidad. Un grupo variopinto en el que tanto hay gente que ha mantenido su modo de vida como personajes que se han convertido en “ejecutas” votantes de Ronald Reagan. Dentro de su simpleza, esta exploración de los vestigios del sueño contracultural en EE.UU. cuando sus ascuas estaban prácticamente apagadas, enfrenta a Blair con diferentes enfoques vitales y aviva las llamas de una crisis que lo deja resquebrajado a mitad de la novela. Después este ajuste de cuentas pierde fuelle y apenas se retoma en un epílogo autoindulgente donde las visiones que personifica cada personaje se reconcilian en un pseudo final feliz.
Cómo se volatiliza esta otra novela dentro de la novela cuando parecía iba a ser tan importante como el relato criminal, es uno de los síntomas que me hacen pensar que Martin no tenía del todo claro cómo conducir y, especialmente, cómo cerrar The Armageddon Rag. Una insatisfacción acrecentada por cómo en su viaje con The Nazgûl se plantean situaciones que dirigen la trama hacia el terror sobrenatural para, cuando se entra en fase de resolución, desembocar en un bluff muy lejos de las expectativas y la inquietud alimentadas. Con esos enervantes y socorridos pasajes de sueños y alucinaciones cada vez que se quiere sembrar un poco de confusión o crear una falsa sensación de aquí hay algo más, y un protagonista al que alguna que otra vez le hubiera metido una alpargata en la boca después de haberle apalizado con ella.
También es cierto que ese anticlímax, ese desequilibrio entre potencial y resultado, tiene su propia lectura en la clave de la novela. A su manera reflejan cómo las expectativas de una generación entera sobre cómo sería su sociedad una década más tarde, sus esperanzas de cambio, de progreso, se precipitaron hacia un cruel baño de realidad cuando tomaron conciencia de en qué se habían convertido. Las grandes promesas terminaron como termina esta historia: el despertar tras un gran sueño, megalomaniaco volatilizado en humo, fraude y fracaso.
A pesar de esta frustración y sus defectos, The Armageddon Rag es una lectura atractiva. Un libro de terror contemporáneo que partiendo de lo convencional hace un uso de la cultura popular como pocas veces se ha trabajado en una novela de género. Recupera un momento y una época a través de una de las manifestaciones culturales que ha trascendido su momento temporal y la utiliza para hablar sobre el incómodo despertar de muchas aspiraciones. Con el aditamento para el fan del autor de Muerte de la luz de sus pequeños guiños a alguno de sus temas habituales como la pérdida de la propia identidad y el cambio de mentes. Me apena que no vaya a haber una traducción del título por temas de derechos sobre las canciones que se citan al comienzo de cada capítulo (a veces me pregunto para qué sirve el derecho de cita). La obra completa de George R. R. Martin en que se ha convertido gran parte del catálogo de Gigamesh de un tiempo a esta parte va a quedar coja.
The Armageddon Rag (Bantan, 2007; publicado por vez primera en 1983)
Tapa blanda. 384 pp.
Nota: Álex Vidal tiene en Spotify una banda sonora de The Armageddon Rag,, por lo que he comprobado con las canciones utilizadas por Martin en su novela. Viene bien para pillarle el punto a la época.
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