El privilegio de la espada es la segunda novela que traduce Bibliópolis de Ellen Kushner. Una narración más extensa situada en el mismo universo creativo que A punta de espada que proporciona el aliciente de ver dónde y cómo se encuentran sus protagonistas varios lustros más tarde sin ahuyentar a los nuevos lectores: se puede seguir sin necesidad de haberla leído. Una circunstancia que no es baladí en estos tiempos de series que no bajan de los tres libros. Su punto fuerte, la característica que la diferencia del resto de obras en el mercado y le dota de su propia personalidad propia, es su condición de novela de aventuras especialmente indicada para el público femenino juvenil. No se me entienda mal; los que disfrutaron con A punta de espada seguro que también lo harán con El privilegio, y aquellos que busquen un relato que mezcle romanticismo, intriga palaciega y crecimiento interior encontrarán aquí una interesante piedra de toque. Pero hay una serie de características que orientan El privilegio de la espada hacia un determinado tipo de lector, que tendrá bastante fácil empatizar con su protagonista. Una adolescente llamada Katherine Talbert.
Katherine vive junto a su madre y su hermano en una hacienda en el campo, pero se ve obligada a dejarlos debido a un antiguo pleito con su nuevo tutor, el duque de Tremontaine. «Maniatada», viaja a la ciudad con la ilusión de, a su sombra, hacer realidad el sueño de la mayoría de adolescentes de su edad: una vida de amigas de alta alcurnia, lustrosos vestidos, fiestas espectaculares, su primer romance… Sin embargo en cuanto llega a su destino descubre que su tío el duque le ha preparado un modus vivendi diametralmente opuesto; la viste con ropa de chico, la aleja de la «buena» vida y comienza a entrenarla en el uso de la espada. Un arte reservado a unos pocos hombres que dirimen las cuestiones de honor entre los nobles. Al comienzo se rebela contra su situación pero poco a poco… en fin, ya se imaginan.
Para construir la narración Kushner intercala la primera persona mediante la cual Katherine relata su vida en la ciudad, con un narrador externo omnisciente que, puntualmente, desarrolla lo que no alcanza a «ver». Una técnica sencilla que permite secuenciar la trama sin quebraderos de cabeza, que anula cualquier misterio o suspense sobre lo que se cierne sobre la protagonista, pero, a la vez, facilita la creación del lazo empático entre lector y protagonista. Una proceso de identificación al que Kushner dedica todas sus energías y que se ve potenciado por los conflictos que motivan a sus principales personajes.
Katherine sufre, a priori, el trato displicente de su tío, que la aleja del rol que desempeñan las mujeres en su sociedad y al que ella aspira, entrenándola en el uso del acero. Un aprendizaje lleno de dificultades, con sus sinsabores y momentos dulces, que acentúan la potencial empatía con ella. Mientras, su amiga Artemisia, jovencita casadera que supone el ideal al que aspira en un principio Katherine, debe enfrentarse a una vejación que sacude sus convicciones y la pone en contra de su familia. Por otro lado aparece Teresa, una mujer no puede casarse con su amante porque la familia de su anterior marido, encerrado a cal y canto para que no se descubra su enfermedad, le niega el divorcio.
Una serie de situaciones que ponen de manifiesto otros dos elementos claves de la trama de El privilegio de la espada. La lucha por la igualdad y contra las convenciones que impiden llegar a ella, un objetivo de lo más sencillo cuando la sociedad descrita es de fuerte influencia decimonónica, extremadamente puritana y apegada a la tradición; y un ligero toque romántico nada estereotipado –no sólo se basa en las relaciones heterosexuales–, que fomenta lo que comentaba al comienzo: lo interesante que puede ser este libro para jóvenes. Aunque un lector más talludito o exigente, que busque una cierta sofisticación en el argumento, los personajes o la narración, aquí no lo va a encontrar.
Kushner se muestra con una narradora solvente y ha cuidado tanto lo descrito hasta al momento como otros detalles en los que se podría entrar, caso de la excelente caracterización de la gran mayoría de personajes secundarios o el leve sentido del humor presente en la mayoría de los diálogos. Sin embargo no se puede negar que la historia no da tampoco mucho más de sí. Se hace difícil encontrar algo novedoso en ella, al menos hay una trama que se podría haber depurado un poco –la que rodea a Teresa y sus encuentros a escondidas con su amante, casi casi metida con calzador–
Y hay detalles que pueden conducir a la ofuscación de algún que otro lector al ver cómo el componente de capa y espada, a priori fundamental la historia, no es que llegue a diluirse. En este libro Kushner ha planteado los enfrentamientos a un nivel verbal/conspiratorio y el acero casi casi brilla por su ausencia. Algo que no es un defecto pero que redondea mi sensación de que este libro está especialmente indicado para un público adolescente o postadolescente que quiera sumergirse en una intriga ligeramente enrevesada, un romance alejado de las convenciones y el despertar a la vida de una joven con la que les va a resultar muy sencillo identificarse. Algo que ahora mismo, aunque pudiera parecer, no es nada fácil de encontrar entre las novedades de literatura fantástica.